
En 180 años de historia los hoteleros hemos cometido errores, y a veces me pregunto si el mayor de todos fue el fundacional, cuando a Ritz y Escoffier se les ocurrió tras la Pandemia de Cólera de 1848 emular en el Hôtel de la Provence la hospitalidad de las casas de veraneo de la nobleza europea pero con mayores estándares de higiene y seguridad. Si en todos estos años realmente lo que hizo la hotelería para el confort del turista Dandy, fue relegar a los verdaderos anfitriones y su hospitalidad original al pasar del mayordomo, la tabernera y la cocinera al concierge, la recamarista y el Chef.
Veo la aparición de nuevos destinos y reafirmo más la posibilidad de la vuelta del anfitrión al origen de las casas de vacaciones o short term rental (ahora toda industrialización sajoniza mientras L’Hôtel franconizaba) y se va enmarcando el error hotelero del siglo XX, industrializando y estandarizando un hospedaje autómata y alineador. Como Tulum donde los departamentos con neomayordoma argentina superan 8 a 1 los cuartos hoteleros o Sayulita, donde viví en primera línea el fracaso de la hotelería sin poder competir con casas de tan buena calidad a tan bajo precio. Lo mismo parece pasar con las redes sociales, donde la tecnología nos ha regresado a la comunicación original, de persona a persona. Bidireccional. Enmendando el error histórico de la TV y el periódico donde solo éramos meros espectadores.
¿Y si el hospedaje del futuro fuera en las casas de nuevos amigos y los edificios dedicados al hospedaje como fue al principio?
Entonces empezamos a verle las costuras al modelo y las fake news nos regresan a las editoriales y hasta Brian Chesky, CEO de Airbnb, nos recordaba en Linkedin en 2020 que nadie ha hecho cambiar de opinión a nadie con un comentario en facebook. Así como, en los hoteles y en las redes sociales, detrás de las agencias de viajes online o plataformas de venta de departamentos turísticos hay intereses de rentabilidad a los que la escala y el volumen les encajan a la perfección. Y supongo que Brian esté al tanto.
En esa escala en búsqueda de la rentabilidad aparece la fake new del modelo, y por eso cada vez más la oferta de estas plataformas son edificios dedicados, de facto hoteles ilegales, a los que no les conviene respetar la obtención de licencias, carpetas de protección civil, uso de suelo, salubridad o licencia medioambiental y una larga lista de acuerdos soberanos que entre todos hemos hecho en los últimos 150 años para cada actividad industrial. Sea energía, educación, bebidas alcohólicas u hospedaje. Además, estos modelos de suites o aparthotel, ocupan a 1 recamarista por cada 10 cuartos mientras el modelo hotelero ocupa a 1 persona por cada 1.5 cuartos. Si, ineficiente si lo quieren ver así, pero más hospitalario, más humano.
Luego aparece Venecia en la retina, vértice del renacimiento y una de las joyas urbanas de la humanidad que ha visto como en 10 años su población del centro histórico pasó de 110,000 habitantes a 28,000, sin ninguna licencia de hotel más. Y yo me pregunto ¿Cuántos INEs por turista hay con domicilio Tulum centro? ¿Y en la Roma-Condesa?
Cuando me encuentro con anfitriones con más de 300 departamentos (o más de 3, la nueva media nacional de propiedades por persona) me pregunto cuántas señoras en el siglo XIX podían hospedar a los visitantes en sus 3 casas y estoy seguro eso sí, que en aquella época, sin ley de turismo, esa señora habría puesto 300 casas de huéspedes. Tal como ahora.
Pero lo más acuciante de la reflexión no está en la comparativa de Hoteles vs Departamentos Turísticos, tema ya obsoleto y en vías de una regulación que será un parteaguas no solo para México sino para todo Hispanoamérica. Si los vecinos están de acuerdo, seguramente Ritz hubiera puesto varios departamentos en la Niza del siglo XXI y el modelo de vivienda turística pareciera que se adapta hoy mejor a conectar con destinos bohemios de playa que un hotel decimonónico.
Lo más grave de la falta de regulación en los nuevos modelos de distribución y operación de la hospitalidad está en la grandeza de México y por qué vías se comercializa. Está en la falta de soberanía tecnológica. Tal como Mclane convenció a Melchor Ocampo de “conceder” las vías férreas para explotar el campo mexicano durante todo el siglo XX y parte del XXI, hoy estamos “concediendo” las vías digitales de la comercialización del hospedaje a las plataformas europeas y estadounidenses con alfombras rojas en foros, senado y cámaras de diputados. La lucha con el neoconservadurismo de la Iglesia en la 2ª T se visea de lucha con el neoliberalismo en la 4ª T.
Yo te llevo a un mercado de springbreakers e influencers por un 30% de comisión del trabajo de cada una de las recamaristas. Y ahora que ya se ha hecho evidente el problema de la turismofobia y la gentrificación, déjame convencerte de empoderar a guías locales y artesanos por el 3% para robarles el 30% cuando Wall Street de la orden.
Cuando mi amiga Buenaventura de las Cabañas Tawexikta del Nayar pase a trabajar para Huichol Adventures con sede en Miami, Fl, ya será demasiado tarde para pensar qué bien estaban (regulados) los hoteles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario