«En la Gran Caracas hay una autopista de cuatro canales, grande, que recorre la ciudad de este a oeste. De Petare hasta Caricuao. La bautizaron con el nombre del colonizador genocida, Francisco Fajardo», declaró este martes Nicolás Maduro, antes de anunciar que le cambiaba el nombre por el de Gran Cacique Guaicaipuro. El gobernante mestizo al que se refería el presidente de Venezuela, hijo del conquistador español homónimo y de una india guaiquerí de la isla de Margarita, es la última víctima de la política chavista que lleva unos años cambiando la historia oficial del país y borrando el legado español.
Maduro dio a conocer la decisión durante las celebraciones del 12 de octubre, una fecha que hasta la llegada al poder del ya fallecido Hugo Chávez se llamaba «Día de la raza». Este rebautizó la conmemoración como el «Día de la Resistencia Indígena», bajo la idea de que no fue un descubrimiento, sino el inicio de un genocidio donde los aborígenes resistieron a sangre y fuego la dominación de las fuerzas españolas. De eso acusa el actual presidente a Fajardo, cuando anunció el cambio de nombre de la autopista más importante de Caracas, por la que, antes de la pandemia, pasaban una media de dos millones de vehículos diarios.
A esto hay que sumar en los últimos años el derribo de la estatua de Cristóbal Colón en el centro de la capital en 2004 y el cambio de nombre también del famoso cerro Ávila, al norte de Caracas, por el de Waraira Repano: «Sierra Grande», en lenguaje indígena. Consecuencias todas ellas de las políticas adscritas a la Leyenda Negra del Gobierno bolivariano que también afectaron al Paseo Colón, rebautizado como el Paseo de la Resistencia Indígena o la eliminación, en 2009, de otra estatua de Colón que tenía más de cien años de antigüedad y se encontraba en el parque El Calvario. Esta última era la única escultura pública del descubridor de América que quedaba en pie en la ciudad.
«¿Por qué sales a celebrar la muerte?»
En su discurso para anunciar la eliminación del nombre de Francisco Fajardo, Maduro llegó a preguntar, en referencia al Rey Felipe VI: «¿Por qué sales a celebrar la muerte, la masacre y el genocidio contra nosotros?». Y a continuación añadió expresiones como «es una ofensa que nuestra autopista tenga el nombre de un genocida» y «debemos iniciar de manera progresiva, gradual, organizada y disciplinada un proceso para descolonizar y reivindicar todos los espacios públicos que llevan el nombre de colonizadores genocidas». «Algún día tendrá que pedir perdón por todo el genocidio contra América», insistió en referencia al monarca español.
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A esto hay que sumar en los últimos años el derribo de la estatua de Cristóbal Colón en el centro de la capital en 2004 y el cambio de nombre también del famoso cerro Ávila, al norte de Caracas, por el de Waraira Repano: «Sierra Grande», en lenguaje indígena. Consecuencias todas ellas de las políticas adscritas a la Leyenda Negra del Gobierno bolivariano que también afectaron al Paseo Colón, rebautizado como el Paseo de la Resistencia Indígena o la eliminación, en 2009, de otra estatua de Colón que tenía más de cien años de antigüedad y se encontraba en el parque El Calvario. Esta última era la única escultura pública del descubridor de América que quedaba en pie en la ciudad.
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