La historia oficial dice que los restos de Cristóbal Colón reposan en la catedral de Sevilla, en un monumento muy hermoso. Pero la leyenda dice que están en Santo Domingo, capital de la República Dominicana. Es que en el año de 1877 se descubrió en la catedral primada de América una caja de plomo conteniendo unos huesos, con una leyenda que decía: “Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón”. Lo cierto es que Colón pasó unos años muy interesantes en la isla de La Española, que era su centro de operaciones de las exploraciones que hizo por estos lados. La huella de Colón y de su hijo Diego, se sienten en cada rincón del casco colonial de Santo Domingo. Hay un monumento moderno enorme dedicado al descubridor en Santo Domingo, que hay que visitar cuando estén por esa bella isla. Además, el Alcázar de Colón, que es un palacio bellísimo donde se alojaban los dignatarios que venían por estas tierra como Hernán Cortez, recuerda el paso del navegante y el nacimiento de sus nietos en ese lugar. La plaza enfrente del Alcázar es ideal para pasear en las tardes, pero lo mejor son sus cafés y restaurantes a un lado, llenos de alegría y sabor.
Otro paseo obligado en santo Domingo es al parque Mirador del Este, donde se encuentran unos lagos subterráneos espectaculares llamados “Los tres ojos”. Nosotros bajamos con un guía muy simpático, como todos los dominicanos, y nos sentimos como entrando en un viaje al centro de la tierra. Después de muchos escalones llegamos al primer “ojo”, una laguna de aguas turquesas cristalinas que parecen de mentira. El guía nos explicaba que estas cuevas fueron descubiertas apenas en el año 1916, pero que eran frecuentada por los indígenas de la zona desde tiempos inmemorables. Seguimos caminando por unos senderos muy bien señalizados y llegamos al segundo lago, llamado “La nevera”, porque sus aguas son muy frías ya que casi no le llega luz solar. Ese es el más profundo. Allí vimos como un hombre se lanzó en un clavado desde un risco muy alto en la roca hacia las profundidades subterráneas. Le dicen “el Tarzán dominicano”, y vive en esas cuevas desde que era un niño, haciendo sus acrobacias para los turistas que gustosos le pagan unas propinas. Al terminar el espectáculo, después de sacar todas las fotografías que pudimos, nos montamos en un bote que nos llevó al último lago, “Los zaramagullones” , llamado así por unos patos que abundan en la zona. Éste es la única cavidad al aire libre, y por eso tiene mucha vegetación en todo su alrededor. Allí hay una especie de muelle donde se ven cientos de peces. Para terminar al regreso pasamos por el “Lago de las damas”, que es el más pequeño y acaso el más hermoso, llamado así porque una vez fue balneario de mujeres y niños. Hoy en día está prohibido bañarse en ninguno, por razones de seguridad.
Al terminar ese interesante paseo, fuimos a un centro comercial enorme y muy lujoso en la parte moderna de Santo Domingo, llamado “Blue Mall”. Construido por inversionistas venezolanos, el lugar está repleto de tiendas muy lujosas, que lo hacen sentir a uno en cualquier gran capital del mundo. Cruzando la calle nos metimos en un hipermercado muy recomendable llamado La Sirena, súper recomendable para comprar esas pequeñas cosas que siempre nos hacen falta traer como recuerdos; chocolates, comestibles y productos varios al precio más honesto de la isla.
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