Milagro habría sanado a niño brasileño: El Pontífice podría declararlos santos durante la misa que celebrará el 14 de mayo en el santuario portugués.
El Papa Francisco aprobó el decreto con el que se reconoce el milagro por el que serán declarados santos Francisco y Jacinta Marto, los hermanos pastores que, según la Iglesia Católica, presenciaron las apariciones de la Virgen María en Fátima, Portugal.
La aprobación de este decreto para canonizar a los dos niños, que murieron poco después de la apariciones, entre mayo y octubre de 1917, se produce dos meses antes de que el Papa Francisco viaje a Fátima para participar en el centenario de las apariciones. El milagro por la intercesión de ambos pastorcitos es el de la presunta curación de un niño brasileño.
La Iglesia Católica confiere póstumamente la santidad a personas que considera tan santas durante su vida que ahora se cree que están con Dios y pueden interceder ante él para realizar milagros. En general, se considera milagro a la curación inexplicable un enfermo.
Francisco (1908-1919) y Jacinta Marto (1910-1920), que junto con su prima Lucía -que llegó a ser monja y fue la única que sobrevivió- protagonizaron las apariciones en Cova da Iria, fueron beatificados el 13 de mayo de 2000 por Juan Pablo II, en Fátima.
Francisco podría declararlos santos también durante la misa que celebrará el 14 de mayo, aunque aún no hay nada oficial.
Los tres niños portugueses aseguraron que habían sido testigos de las apariciones de la Virgen, quien les reveló los llamados tres secretos de Fátima, que divulgó Lucía, quien falleció en 2005 y a la que también se le ha abierto un proceso de beatificación.
El primer secreto era la muerte prematura de dos de los niños, y el segundo versaba sobre el final de la Primera Guerra Mundial, el inicio de la Segunda y el fin del comunismo.
La tercera parte, la que más especulaciones desató, se conoció durante el último viaje de Juan Pablo II a Fátima, el 13 de mayo de 2000, para beatificar a Jacinta y Francisco.
Se predecía el asesinato de un "obispo vestido de blanco" mientras atravesaba una gran ciudad, en lo que la Iglesia considera una profecía del atentado sufrido por Juan Pablo II en 1981, cuando fue tiroteado por el terrorista turco Ali Agca
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