lunes, 20 de marzo de 2017
Vuelta a Caracas; por Luis Vicente León
Después de un viaje espectacular a San Cristóbal llegamos al aeropuerto de Santo Domingo para regresar a Caracas. Ya con el boarding en mano, sólo quedaba desayunar pastelitos y comprar pan andino (bueno, no había pan, pero es igual). A la hora indicada avisaron que el vuelo estaba retrasado y seis horas después lo cancelaron. Es una escena natural hoy en Venezuela, con un sistema aéreo deteriorado, sin divisas y con precios regulados.
Ya no había vuelos en El Vigía, La Fría o Barinas, reducidos a su mínima expresión. Todo indicaba que había que quedarse, pero para mí esa no era una opción. Tenía la presentación de Escenarios Datanálisis la mañana siguiente y una conferencia sobre mi visita a Japón organizado por la embajada.
Sin tiempo que perder conseguí un taxi y salí sin pestañar con un estimado de 12 horas de odisea. Tan pronto entramos en la carretera el taxista mencionó que debía cargar gasolina. En Táchira los obligan a tener un chip para poner máximo 30 litros por día. Las primeras bombas estaban cerradas y cuando finalmente llegamos a una con gasolina, la cola suponía al menos dos horas de espera. Decidimos seguir, pero la situación se tornó crítica. En el próximo pueblo nos paramos a preguntar a un viejito dónde se conseguía gasolina. Él mismo ofreció diez litros a 400 bolos cada uno. Hecho el "deal" necesitaba ir al baño pero todo estaba cerrado. Regresé sin cumplir mi cometido y le pregunté dónde podía conseguir uno. Me miró como quien mira a un bobo y preguntó por qué no me iba a la matica. Seguimos sin resolver el problema. En el camino, el taxista me preguntó qué hacia yo en San Cristóbal. "Tuve varias presentaciones", respondí. "Ah, ¿usted es cantante?". Me reí y sólo dije: "¿con esta voz?". Muchos pueblos y muchas bombas después: gasolina. La cola era feroz pero no había opción. Dejé al taxista en su puesto y me fui a buscar el baño y al verlo entendí la sabiduría del viejito anterior. Al regresar, el taxi estaba a dos puestos de echar gasolina delante de un camión. ¿Cómo llegó ahí? Supuse que le había pagado al camionero para colarse. Cuando le fui a reclamar, el camionero me reconoció: "el señor de Globovisión". "No, vale, de Datanálisis", respondí para no usurpar funciones. Pidió una foto y me manifestó su preocupación por los grados de corrupción a los que hemos llegado en el país. Tenía un ataque de moralidad bachaquera.
Leer más: http://prodavinci.com/blogs/vuelta-a-caracas-por-luis-vicente-leon/