El mayor asombro al llegar a Canaima es instalarse frente a la laguna | Cortesía: Pisapasito
Cómo llegar. Hay vuelos directos desde Maiquetía. Conviasa tiene la mejor tarifa. Lo otro es volar desde Ciudad Bolívar y Puerto Ordaz en aviones pequeños.
El impacto de la laguna. El mayor asombro al llegar a Canaima es instalarse frente a la laguna y observar las tres cascadas contundentes y escandalosas.
Pero no se conformen con verlas a lo lejos. Encarámense en las curiaras y acérquense. Son impresionantes los remolinos que se arman con la fuerza del agua que cae cuando se une con el río Carrao.
Si se fijan bien, verán el musgo en las piedras. Una vegetación tan milenaria como las piedras. Crean una especie de filtro por donde pasa el agua en tiritas, como si fueran crinejitas. En época de lluvia casi no te puedes acercar, pero en el verano la curiara se acerca tanto que uno puede hasta bañarse entre las piedras. El primer salto se llama Ucaima y le siguen Golondrina y Hacha.
Luego de navegar frente a estos tres saltos, la curiara se detiene en la isla Anatoly, así llamada por un ruso que se instaló por estos predios hasta el día que voló a los cielos que tanto disfrutó. Fíjense por donde pisan, en estos arbustales es frecuente la presencia de la hormiga 24 horas. Si los pica, la fiebre dura 24 horas.
Luego de una caminata se encuentran con el salto El Sapo y la inmensa laguna. Hay que lanzarse, nadar y utilizar su finísima arena para hacerse una exfoliación. Reanimados por el baño, suben por un sendero breve y se preparan para pasarle por detrás al salto. Por lo general, en agosto, resulta imposible por la fuerza y la cantidad del caudal. Hay un sendero de piedras y una baranda con cuerdas. Es totalmente seguro.
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