Airbnb teme por su futuro al ser casi vetada en Nueva York, luego de recibir el pasado 5 de septiembre el golpe más duro de su historia, cuando la ciudad empezó a aplicar una nueva legislación que restringe al máximo la actividad de la plataforma del alquiler vacacional.
Esta nueva normativa contempla incluso que los turistas tengan que convivir con el propietario en el mismo apmento, por lo qhe los abogados de Airbnb ya actuaron con multitud de demandas al ser conscientes de que el veto de Nueva York a este tipo de alojamiento puede hacer que otros destinos del mundo sigan su ejemplo, según Expansión.
Airbnb, que factura unos 10.000 millones de euros y gana 2.000 millones ofertando 14 millones de alojamientos, ha triunfado ya que si un alquiler tradicional supone para el anfitrión unos 80 euros al día, uno turístico ronda los 200 euros diarios, pero en contrapartida para el interés general, la proliferación de apartamentos vacacionales encarece los alquileres de la zona un 7%.
Por ello, en ciudades muy turísticas como Nueva York y París, o en los cascos históricos de Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga, así como en Ibiza y o Santorini, ante la eclosión de los alquileres vacacionales en Airbnb, Booking, Expedia y HomeAway, hay médicos, profesores, funcionarios públicos y estudiantes que no encuentran alojamiento tradicional a un precio asequible.
En Nueva York, los propietarios de apartamentos turísticos, además de que estarán obligados a registrarse ante una oficina especial que controlará la legalidad de los alojamientos, no podrán alquilar un espacio por menos de 30 días, incluso si el propietario vive en el mismo edificio, y por menos de ese plazo sólo se podrá si el dueño se hospeda en el mismo apartamento.
Airbnb se opone a esta nueva regulación porque la califica de un “veto de facto” a su actividad, y sus directivos temen que otros importantes destinos turísticos puedan copiar la nueva ley de Nueva York y se ponga en riesgo el modelo de negocio que Airbnb implantó hace 15 años, como vino revelando REPORTUR.us (Airbnb, más acorralada: Nueva York la limita y crece el malestar en Latam y Caribe).
Residentes de las zonas más afectadas por Airbnb consideran que la presencia masiva de turistas deteriora la convivencia de las comunidades de vecinos, promueve la expulsión de los residentes, acaba con el comercio de proximidad, provoca la pérdida de dinamismo e idiosincrasia de sus barrios y encarece los precios del alquiler.
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