Salarios y empleo en turismo

Leo en varios medios que el turismo vive el drama de conseguir trabajadores para mantener abiertos los hoteles, para que la oferta complementaria y el transporte sigan funcionando normalmente. El problema no es exclusivamente español y hasta diría que ni siquiera europeo. Y es curioso que con las cifras de paro que tenemos, nadie quiera trabajar en estos sectores.

Como respuesta a esta situación, muchos empresarios hablan de la posibilidad de obtener visados especiales para inmigrantes de países pobres que quieran cubrir los huecos que no se pueden llenar en la actualidad.

Creo que este es un asunto muy serio que requiere de posturas muy claras. O estamos en una economía de mercado, con reglas de juego muy fáciles de entender, que a veces nos convienen pero que en otras ocasiones nos perjudican, o todo es cambiable y entonces decimos “todo”, con lo que también deberíamos cuestionar los márgenes empresariales.

Veamos: en una economía liberal, todo funciona por la regla de la oferta y la demanda. Si el turismo no tiene suficientes trabajadores, será porque sus salarios no son suficientes. O las condiciones laborales son malas, o los salarios son bajos, o una mezcla de las dos cosas. No existe ninguna otra interpretación. Si cuando un hotel está casi lleno vende la habitación a precio de oro, cuando no consigue trabajadores y los necesita, también habrá de jugar con los salarios. O se está con la economía de mercado, o no. Lo que no se puede es aceptarla sólo cuando nos va bien.

Si para pagar más salarios hay que subir los precios, se suben. Y si eso provoca una reducción del mercado, se reduce, porque de alguna manera estas son las respuestas lógicas a los crecimientos excesivos con bajos precios, que tal vez no se puedan mantener indefinidamente. Esto tal vez se visualice mejor si pensamos en la aviación, donde algunas situaciones laborales están llegando a niveles insoportables, horribles humanamente.

Si somos liberales, esto se solucionará solo, a nada que los gobiernos exijan el cumplimiento de los niveles de servicio mínimos y a que se respeten los marcos laborales firmados. Para eso se exige gobiernos serios, pero serios en obligar a cumplir las normas.

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