La ciudad más antigua de Colombia ha protagonizado un cambio evidente en los últimos años, y poco a poco deja de ser solo una especie de "alternativa" a la más famosa Cartagena de Indias. Estas son algunas de las razones para llegar a esta urbe histórica e ir mucho más allá.
El hotel boutique Don Pepe, a pasos de la costa y a dos cuadras de la Catedral de Santa Marta, es como un viaje a otra época: por fuera, la casa es blanca, discreta. Si el nombre del hotel no estuviera grabado en una placa, uno pasaría de largo frente a esta construcción de 1529: originalmente residencia de dominicos, la casona de cuatro pisos fue restaurada por Antonio de Arévalo y Esteban (el mismo que construyó las murallas de Cartagena de Indias), enfrentó un terremoto en 1831 y fue rematada a comienzos del siglo XX. En 1996, la construcción fue adquirida por José Benito Vives y su esposa Silvia Rosa Campo (hija del ex presidente colombiano José María Campo), pero él murió dos meses después. Es José Ignacio, arquitecto y cuarto de los diez hijos de ese matrimonio, quien la convirtió en hotel en febrero de 2013.
Los Vives son una familia conocida en Colombia (también controvertida), y quizá el más popular sea Carlos Vives, el músico de vallenato, primo del arquitecto y pasajero frecuente del hotel, que se ha quedado varias veces en la suite presidencial. Las otras habitaciones del hotel están inspiradas en la propia familia y llevan los nombres de los hijos de Don Pepe, entre otros toques personales. Además, hay jacuzzi al aire libre en algunas de las más exclusivas, y todo está decorado con muebles y antigüedades familiares. Lo que no hay que perderse es la terraza en la azotea: con un trago de la barra y apreciar la vista hacia el centro con la Catedral de fondo. CL 16 #1C, Barrio Centro; hotelboutiquedonpepe.com
DE Nueva York A SANTA MARTA
Melissa Ford decidió cambiar su vida de diseñadora en una oficina neoyorquina por un pequeño restaurante en Colombia luego de un viaje por Sudamérica que hizo en 2009 y donde conoció a David Álvarez, con quien decidieron emprender esta aventura culinaria. Como querían un nombre representativo, apostaron por una fruta local -Lulo-, y luego combinaron sus experiencias -diseñadora y arquitecto- para crear este lugar en un pequeño callejón de la ciudad, más vinculado a indigentes y hasta ladrones que a buena gastronomía. A una cuadra del Parque de los Novios, Lulo es ahora uno de los hitos más populares del sector gracias a su mezcla de arepas y jugos con toque gourmet. Pequeño, naranjo, con una barra y pocas mesas, la especialidad es la arepa con pulpo o camarones y el desayuno Santa Ana, que incluye panini de tomate, berenjena, plátano y ensalada. Cra. 3 #16-34, Callejón del Correo, Centro Histórico; lulocafebar.com
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