martes, 16 de junio de 2015

El gran mirador sobre el Parque Karukinka POR Ricardo Mesquita (Chile)

En el extremo sur de Chile, esta área privada de conservación se encarga de proteger la salvaje fauna de Tierra del Fuego. A través de un circuito de medio día, el sendero hacia el cerro Pietro Grande es una buena forma de apreciar todo lo que tienen para mostrar las más de 300 mil hectáreas que aquí se resguardan.

 Karukinka es distinto. Eso lo sabe uno desde antes de poner siquiera un pie dentro del parque. Propiedad de Wildlife Conservation Society y administrado por su oficina en Chile, esta zona en Tierra del Fuego, Región de Magallanes, cobija cisnes de cuello negro, cóndores, canelos, frutillas silvestres, zorros culpeo y hasta pumas, por lo que, a pesar de que el viaje previo es extenso, uno va con la sensación de que vale la pena.

Antes de cruzar el portón principal, la región exhibe parte de su gracia a lo largo del camino. Decidí viajar hacia esta zona en febrero de este año, para lo cual tuve que tomar un avión hasta Punta Arenas y luego un ferry hasta Porvenir. De ahí aún me faltaba manejar unas seis horas por la carretera pública Y-85, que se interna en el parque: se trata de un camino de ripio que conduce hasta el sector de lago Fagnano y caleta María, en el seno Almirantazgo.

El trayecto es de una belleza tremenda, pero feroz, con árboles torcidos por el viento y caminos solo aptos para recorrer en vehículos todoterreno. Definitivamente no es como ir a Torres del Paine. Eso pensaba mientras manejaba y recordaba cómo ese otro parque cercano a Puerto Natales podría ya considerarse una muestra de cómo la Patagonia también puede adaptarse para recibir un gran número de visitantes. En cambio, cuando uno llega a Karukinka, se ve muy poca gente y se nota claramente que aún está poco explorado: aunque es plena época de vacaciones, verano, uno no se topa con casi nadie y hasta podría decirse que llegar aquí es una de las experiencias más salvajes de Tierra del Fuego.

Con el grupo de amigos con el que viajaba nos había tomado toda una jornada llegar al parque, así que al día siguiente planeamos una salida sencilla que sirviera como introducción al resto del área protegida que abarca unas 300 mil hectáreas. Elegimos una de las rutas más cortas, que son aquellas que están cerca del área de camping. Optamos por subir hacia el cerro Pietro Grande, un trekkingde mediodía que presentaría pocas complicaciones y que tendría, sin embargo, como premio final una notable vista de Karukinka.

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