Buena vida y playas de sueño, dos características de una isla rica y famosa.. Foto: Corbis |
gunos la llaman la Saint Tropez del Caribe. Colonia francesa, se encuentra justo donde ese mar se funde con el océano Atlántico, a 8500 kilómetros de París. Pero si no fuera por su naturaleza tropical, alguno podría confundirla con una localidad sobre el Mediterráneo.
San Bartolomé era Ouanalao hasta que Cristóbal Colón la descubrió en 1493 y la rebautizó con el nombre de su hermano. Hoy, su puerto es un gran estacionamiento de yates, frecuentado por ricos y famosos como Beyoncé, Kate Moss y Daniel Craig, por nombrar algunos.
En Saint Barth se habla francés y se gasta en euros. La isla es parte de las Antillas francesas, como Martinica, Guadalupe y la mitad norte de Saint Martin, su vecina, que es también mitad holandesa. Tiene una costa parecida a un pantone de tonos que evolucionan del celeste al turquesa y llegan al azul oscuro, como una noche de luna nueva.
La superficie de Saint Barth es de apenas 21 kilómetros cuadrados. Para recorrerla, de todos modos, lo mejor es alquilar un auto, que puede costar desde 40 euros diarios. Porque las veredas y las calles son angostas; suben y bajan, con algunos sectores bastante empinados, lo que las vuelve incómodas para caminar.
Los marinos franceses colonizaron Saint Barth en 1763. Entre 1785 y 1878 el territorio estuvo bajo dominio del reino de Suecia. Años escandinavos que dejaron dos huellas visibles y presentes: el nombre de su capital, Gustavia -en honor al rey sueco Gustav III-, y el comienzo de cierta prosperidad económica.
Hace unos años otro tipo de ocupación apareció con el oleaje. Las sargassum son algas marrón oscuro que se amontonan con cada ola que rompe y atentan contra las orillas blancas. Este es un fenómeno que afecta sólo a las aguas del océano Atlántico -el borde norte de la isla- y hasta el momento nadie sabe por qué.
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