Los caraqueños adoptan como mascotas a estas aves dandoles de comer en sus terrazas. /AP |
El corresponsal de un diario español en Caracas se sorprende, en una nota publicada estos días, de las largas colas que se suceden en Venezuela para conseguir lo que sea. La gente hace cola sin saber bien qué encontrará al final. Pero si ven una, se suman. Si tienen suerte tal vez consigan algún electrodoméstico "a precios justos" o papel higiénico o el más preciado de todos los bienes: repelente para mosquitos.
Los caraqueños saben que "donde hay cola, hay algo". Y esa ha sido su mejor estrategia frente a la escasez de productos.
En una ciudad como Caracas, donde -además de las largas filas- el ensordecedor ruido de miles de vehículos en las calles crispa los nervios, la basura se acumulada por doquier, la delincuencia se desborda y un frenético desplazamiento de millones de personas lo inunda todo, pocos podrían pensar que con sólo levantar la cabeza se pueden deleitar con el vuelo de los guacamayos, que armonizan y dan color a esta caótica urbe.
A diferencia de las islas del Caribe, incluida Cuba, donde seis especies originarias se extinguieron, el guacamayo, un ave tropical de la familia de los loros; 14 especies de origen americano, cuatro de las siete especies que hay en el país parecen estar bien adaptadas a la capital venezolana como estarían en su hábitat natural que va desde las selvas de México, pasando por el delta y río Orinoco, uno de los más caudalosos del mundo, en Venezuela, hasta los bosques del noreste de Argentina.
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