Los habitantes de Bonaire viven sin prisa y buscan que el turista tenga una experiencia inolvidable. Poseen una alta conciencia ambientalista. La isla caribeña está considerada como un destino para disfrutar del contacto con la naturaleza
La tranquilidad que se respira en Bonaire es propia de una isla caribeña privilegiada por la naturaleza al encontrarse fuera de la franja de huracanes. La calma con la que se vive en la isla se evidencia en la ausencia total de semáforos y se precia de ser la isla del Caribe con mayor conciencia ecológica, según las organizaciones ambientalistas más importantes del mundo. Su Gobierno local ha asumido una cultura para lograr la meta de cero emisión de monóxido de carbono al ambiente. Para lograr este objetivo se están adoptando el uso de energías alternativas.
Los primeros extranjeros en llegar a la isla fueron Américo Vespucio y Alonso de Ojeda cerca del año 1499. La ubicación de la isla y la producción de sal de óptima calidad fueron las causantes de que luego de que llegaran los primeros extranjeros Bonaire pasara por una larga lucha de poderes entre los países de Europa que reclamaban la soberanía de su territorio. Es hasta 1816 cuando definitivamente es considerado como territorio holandés. Desde el año 2010 es considerado como un municipio holandés y sus habitantes tienen dicha nacionalidad y su economía está basada en el dólar americano.
Su cultura se compone de la mezcla de las nacionalidades que han hecho vida en la isla con una herencia de base de los indios caquetios y los arahuacos procedentes de Venezuela que emigraron a la isla siglos antes. En la actualidad sus habitantes han internalizado el significado de una vida tranquila y no muestran apuro para hacer las cosas. Disfrutar del tiempo y la naturaleza es una cultura muy difundida en Bonaire.
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Por Héctor Galbán / http://www.laverdad.com/
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