jueves, 30 de mayo de 2013

El largo viaje de un clásico


El vehículo utilitario de VW, nacido en 1950, deja de fabricarse, pero se mantiene vigente como ícono de las rutas y objeto de culto para nómadas de todo el mundo.

El 9 de mayo de 1982, Julio Cortázar le envió una carta al director de la Sociedad de las Autopistas, en París, con el fin de obtener una autorización.

Junto con mi esposa Carol Dunlop, igualmente escritora, estudiamos la posibilidad de una «expedición» un tanto alocada y bastante surrealista, que consistiría en recorrer la autopista entre París y Marsella a bordo de nuestro Volkswagen Combi, equipado con todo lo necesario, deteniéndonos en los 65 paraderos de la autopista a razón de dos por día, es decir empleando algo más de un mes para cumplir el trayecto París-Marsella sin salir jamás de la autopista.

El viaje se llevaría a cabo con el apoyo logístico de amigos, encargados de reabastecerlos con alimentos en dos fechas preestablecidas, y el pedido de permiso al funcionario era para permanecer en la autopista más tiempo del máximo permitido (dos días).

Si piensa usted que nuestra idea de escribir un libro sobre el tema no resulta desagradable para su sociedad, y que no hay inconveniente en autorizarnos a «vivir» un mes desplazándonos a razón de dos paraderos por día, me agradaría recibir su respuesta lo antes posible, puesto que quisiéramos partir hacia el 23 de este mes (...).

La respuesta nunca llegó, pero el matrimonio decidió igual emprender, el 24 de mayo, la pequeña gran aventura que quedaría plasmada en Los autonautas de la cosmopista o Un viaje atemporal París-Marsella , libro que cumplirá treinta años en octubre próximo. Los protagonistas fueron tres: Dunlop, Cortázar y Fafner, la combi colorada cuyo nombre inspirado en Wagner (es un personaje de El anillo del nibelungo) quedó simplificado en Dragón cuando, rápidamente, entraron en confianza.

Por Martín Wain | El largo viaje de un clásico