jueves, 2 de agosto de 2012

El tabú de Caracas



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Por la ventana veo pasar la capital de Venezuela, la Caracas marginal, con sus casas improvisadas que cuelgan de los cerros, y luego la Caracas modernista, con sus autopistas y edificios venidos a menos, cuyos techos exhiben gigantografías de Chávez con el puño izquierdo en alto.

El transporte me deja finalmente en la Caracas acomodada, sensual, consumista y norteamericanizada de edificios corporativos y grandes centros comerciales, donde respira cualquier cosa menos el socialismo del siglo XXI.

Toda ciudad tiene un tabú y en esta no es el gran vecino (y principal socio comercial) del norte, sino su papel moneda. Lo pude comprobar apenas salido de los controles aduaneros. Se me acercó un hombre vestido con un uniforme que parecía oficial. Un policía, pensé, pero la impresión se diluyó rápido al ofrecerme una asesoría cambiaria (creo que fueron esas las palabras que empleó): 8 bolívares por dólar, el doble del cambio oficial. Pensé que era una trampa, decliné la tentadora oferta y me dirigí a las oficinas de la agencia de turismo.

Mientras hago el check-in en el hotel, le pregunto a la recepcionista si cambia dólares. Ella sacude la cabeza con nerviosismo, sin agregar nada más. Salgo y le pregunto a un empleado por una casa de cambio. “En el centro comercial hay una, pero le van a dar el oficial”, me advierte enarcando las cejas. ¿Cuánto tengo? Cincuenta. Él me da 7,5. Hacemos la transacción con sigilo.

He venido a un evento organizado por la Fundación Nuevo Periodistmo Iberoamericano y la CAF. Los participantes son editores de negocios y economía. Y durante las sesiones muchos repiten transversalmente lo mismo: los problemas de internet, y que sus lectores son aspiracionales. El emprendedor, el profesional de carrera, el que quiere lograrlo. Una clase creciente de latinoamericanos. ENVIADO POR CARLOS TROMBEN