Uno de los mejores viajes que yo he hecho en toda mi vida, fue a Cartagena de Indias. La sorpresa que me llevé admirando cada una de sus viejas paredes y saboreando su dulce brisa caribeña, es un recuerdo que no podré borrar jamás y que deseo con invencible tesón, repetir tan pronto esta vida tan bella me dé una oportunidad.
Cartagena de Indias fue fundada en la costa norte de Colombia por Don Pedro Heredia, el primero de Junio de 1.533 con el nombre de "Cartagena del Poniente", para diferenciarla de la Cartagena española. Rápidamente se convirtió en un puerto negrero y comercial, por su cercanía a la desembocadura del río Magdalena, que da acceso a la Nueva Granada profunda, y también a Panamá, donde transbordaban los tesoros del Perú hacia la madre patria, desde el océano Pacífico hasta el mar Caribe.
Por eso Cartagena fue azotada por numerosas invasiones piratas como la del Barón de Pointis en 1.697, que la dejó arruinada, la de Francis Drake, John Hawkins y todos los filibusteros del Caribe, que veían a Cartagena como una princesa virgen, a quien había que robar sus tesoros.
Llegamos a Cartagena y luego de dejar el equipaje en el hotel y con el estado de ánimo exaltado por la ilusión, comenzamos a recorrer a pie el centro de la ciudad amurallada. Todo el paseo me pareció una experiencia deliciosa que me hizo descubrir ignorados secretos del alma. Me parecía estar en el caso histórico de Coro, pero mucho más extenso y monumental. Visitamos la Plaza de La Aduana, imponente y alegre. La Casa del Marqués de Valdehoyos, espectacular casona colonial donde Bolívar pasó sus últimas noches antes de irse a morir en Santa Marta. La Iglesia de Santo Domingo, sublime y herida por las marcas de tantos incendios e invasiones. La Catedral, que el pirata Francis Drake ordenó destruir, con parcial éxito. El Museo del Oro, irresistible pero menos imponente que el de Bogotá. El Convento de San Agustín, precioso y que hoy aloja a la Universidad de Cartagena. El Convento de San Francisco, donde primero se instaló el Tribunal de la Inquisición para toda esta zona de América, incluyendo Venezuela, en 1.610. Las Bóvedas, que son un espléndido conjunto de 47 arcos y 23 bóvedas adosadas a las murallas exteriores, y que hoy albergan numerosas tiendas de artesanías, de antigüedades, bares y galerías de arte.
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