Gabriel Escarrer Jaume, presidente y consejero delegado de Meliá Hotels International, revela que se prepara para celebrar en 2026 su 70 aniversario, cuya clave reside en el equilibrio entre buen gobierno corporativo, valores sólidos y una estrategia clara, especialmente en el contexto de una empresa familiar.
«La sucesión siempre es una prueba, pero con profesionalización y un equipo comprometido aspiramos a otros 70 años más», asegura, sobre su cadena cuyo origen se remonta a 1956, cuando Gabriel Escarrer Juliá apostó por un modelo de comprar terrenos frente al mar en una Mallorca todavía agrícola y sin vocación turística internacional.
Desde aquel primer hotel alquilado con apenas 21 años, Meliá inició una expansión progresiva por Baleares, Canarias y la Costa del Sol, y la internacionalización llegó con Indonesia, donde construyó el primer cinco estrellas del país en Bali, en Nusa Dua. Hoy, más de cuatro décadas después, Meliá mantiene allí ocho hoteles y una alianza local intacta.
Para Escarrer, el verdadero motor del grupo son las personas. «Nuestro principal activo son los 57.000 empleados», afirma con rotundidad. Una filosofía heredada de su padre, que priorizaba la calidad humana por encima del currículum: «Envíame gente con corazón».
Cotizada en Bolsa desde 1996, Meliá ha sabido combinar la visión a largo plazo de la familia -que mantiene el 55% del capital- con el rigor que exige el mercado. Superó la crisis financiera y la del COVID apoyándose en un modelo «asset right», basado en contratos de gestión y en la preservación del alma de la marca, de una cadena que es líder en el Caribe junto a Riu o Hyatt, con amplia presencia en Varadero, Cancún o Punta Cana.
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