El combustible de aviación sostenible (SAF) es crucial para la transición energética de la aviación; sin embargo, en 2024 su producción representa menos del 1% de las necesidades de combustible del sector, informó la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
Reconociendo este potencial, la IATA revisó aproximadamente 140 programas de ayuda financiera pública que respaldan tecnologías sostenibles, como los biocombustibles avanzados. “Nuestro análisis se basa en datos de 30 de estos fondos que incluyen el desarrollo de SAF dentro de su alcance”, señaló.
Las estimaciones se realizaron caso por caso para 2024, considerando el apoyo financiero destinado a proyectos de SAF, la definición de biocombustibles avanzados y las prioridades de política.
La encuesta sugiere que solo el 11% de los fondos públicos rastreados están disponibles para biocombustibles avanzados, incluido el SAF. Donde Estados Unidos proporciona la mayor parte de este apoyo, probablemente contribuyendo con el 65% del financiamiento público global. Se estima que más del 60% de la ayuda financiera en Estados Unidos se proporciona a través de garantías, seguidas de subsidios y subvenciones.
La revisión sugiere que la Unión Europea representa el 13% del financiamiento público global, confiando principalmente en subvenciones y mecanismos de mercado enfocados en desarrollar y comercializar tecnologías de SAF. Otras regiones, a pesar de su abundante disponibilidad de materias primas para SAF, parecen estar significativamente subfinanciadas.
Destacó que Brasil es el tercer país que ofrece el mayor financiamiento público para SAF con un 8%, esto está por arriba de Japón, Canadá y Reino Unido. este último apenas recibe 0.5%
La transición de la aviación está intrínsecamente ligada al cambio energético global más amplio, cuyo éxito depende de la colaboración de múltiples soluciones. El SAF es clave en el camino de la aviación hacia alcanzar emisiones netas cero de carbono. Sus beneficios se extienden más allá de las ganancias ambientales.
El SAF ofrece ventajas socioeconómicas más amplias, incluyendo la creación de empleos, la restauración de tierras y la mejora de la seguridad energética, una oportunidad que no debe desaprovecharse.
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