El Gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento de Transportes (DOT), abrió una investigación a la aerolínea Delta debido a las «continuas perturbaciones generalizadas» en su servicio, que comenzaron tras el fallo informático global de la firma de software Crowdstrike en el sistema operativo Windows el pasado viernes 19 de julio.
Buttigieg animó a los pasajeros afectados a dirigir sus quejas a la propia compañía, pero añadió en su mensaje: «Queremos escuchar a los pasajeros que creen que Delta no ha cumplido con los requisitos de protección al pasajero del DOT», y advirtió: «Vamos a hacer un seguimiento».
Delta canceló 451 vuelos, según la web Flight Radar, una cifra que supera por mucho a la de otras aerolíneas y que se suma a las cancelaciones del sábado (1.208), domingo (1.386) y el lunes (1.159). En total, pasan de 4.000 los vuelos cancelados en cuatro días.
Hasta el momento, Delta no ha respondido al anuncio del secretario de Estado, pero ya el lunes en la tarde emitió un comunicado en el que atribuía los retrasos y cancelaciones a que habían tenido que recurrir a reparaciones manuales en las aplicaciones afectadas y la sincronización entre ellas en un sistema «enormemente complicado».
«Los equipos de Delta trabajan sin descanso para ocuparse de nuestros clientes», añadía el comunicado, y detallaba las distintas alternativas que ofrecían: reembolso de gastos, reprogramación de vuelos y oferta de millas como compensación, entre otros.
Se recuerda que Delta es una de las cuatro grandes aerolíneas de EE.UU., junto con American, United y Southwest, pero ninguna de las otras ha sufrido las interrupciones de Delta en los pasados días.
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