Cusco, Machu Picchu, Lago Titicaca, Salar de Uyuni, fueron parte de la travesía
En 2019 le expresé a mi esposa Nenusa (@nenusaorfebre) el deseo de llevarla a conocer maravillosos parajes que están más allá de la frontera sur de Venezuela. Tengo más de 20 años haciendo expediciones a nivel nacional e internacional y fui piloto de prueba de Mitsubishi, Ford, Chevrolet y Chrysler.
Así que nos lanzamos a la aventura de atravesar el país para llegar a Brasil, visitar Perú, Bolivia y el norte de Chile y Argentina.
Nuestra salida fue el 8 de diciembre, en una camioneta Mitsubishi Montero Limited rotulada con la bandera de Venezuela, equipada con neveras, baño portátil, equipo de camping, cocina, kit de primeros auxilios... Y la intención era pasar el día de Navidad en Cusco, Perú.
Entre las dificultades que encontramos fue recorrer una carretera en el norte de Brasil, la BR-319, de 860 kilómetros, de los cuales 460 son de barro, pero salimos de ahí sin problema.
Cuando viajo siempre busco conectarme con lo positivo, llenarme de buenas vibras, vivir el presente, el aquí y ahora. Le recomendé a Nenusa hacer lo mismo, porque nos tocaba un largo viaje.
Siempre estuvimos acompañados de la naturaleza, de hábitats xerófilos y selva. La última ciudad que visitamos en Brasil fue Portobello.
Perú: Cusco, Machu Picchu, Lago Titikaka
En plena selva amazónica, llegamos a Puerto Maldonado, Perú. La capital del departamento Madre de Dios, un destino turístico donde importantes líneas de cruceros navegan los ríos.
Dejamos atrás esta región rica en biodiversidad para comenzar a subir la cordillera andina. Disfrutamos viendo las cumbres nevadas y un factor que es muy distintivo de Perú: llamas y vicuñas. En los caseríos apreciamos las casas de piedra y cholas de la etnia aymara usando vestimenta tradicional.
Antes de llegar a Cusco, tuvimos la oportunidad de hospedarnos en un hotel muy singular de uno de mis seguidores, Wifala Harmony Hotel, en Urubamba, construido con cúpulas. Este hermoso hospedaje está ubicado cerca del sitio arqueológico de Ollantaytambo, en el Valle Sagrado.
Al día siguiente nos dio la bienvenida la amplia Plaza de Armas de Cusco, donde nos quedamos tres noches. Esta ciudad ha preservado la arquitectura de 1500 con sus casas antiguas. Recorrer sus calles es como viajar en el tiempo porque la han conservado muy bonita.
Uno de los destinos más importantes de la expedición era Machu Picchu, y para llegar a la ciudadela inca tomamos un tren hasta Aguas Calientes.
Mi esposa quedó fascinada con este sitio tan especial en el mundo, un imán para las personas que son sensibles espiritualmente, que están enfocadas, que viven el aquí y el ahora. Un lugar donde te puedes cargar de energía. Si estás distraído pensando en el futuro o en los rencores del pasado no logras conectarte con esa vibra.
Al llegar a Machu Picchu te recomiendo estar en silencio y buscar un sitio apartado para meditar. Hay dos factores, la vibra que emana de la tierra y la imaginación al trasladarte en el tiempo, visualizando cómo sería ese sitio mil años atrás. Te quedas media hora ahí y no te quieres levantar y no sientes ganas de salir de ahí.
La noche del 24 de diciembre vimos algo emblemático en la Plaza de Armas de Cusco –centro neurálgico, turístico, donde hay una catedral y una iglesia–: miles de personas duermen en el piso sobre tapetes para ir a la misa de gallo a las 4:00 am.
Nuestra siguiente parada era el Lago Titicaca. Quería que mi esposa conocería las islas flotantes de los uros, que están hechas de junco, una planta con tallos erectos muy similar a las que se consiguen en el río Nilo. Cuando el pueblo Aymara fue perseguido por los españoles se escondieron en estos juncos del lago. Después comenzaron a crear islas ancladas con habitantes que tienen sus propias autoridades.
Bolivia y su espejo: el Salar de Uyuni
Siguiendo con el recorrido, visitamos al pueblo fronterizo de Embarcadero, que comparten Perú y Bolivia, para continuar con la expedición hasta la capital boliviana, La Paz, donde me reuní con amigos. En ese momento nuestro destino inmediato para recibir el año era el Salar de Uyuni.
Llegamos de noche al salar en medio de una inmensa oscuridad, a 3.600 metros sobre el nivel del mar, en un altiplano donde te sientes más cerca del cielo y las estrellas son más visibles y brillantes, sobre todo porque no hay contaminación lumínica. Allí celebramos bebiendo y comiendo por la llegada del año nuevo.
En la mañana, la brisa, el cielo reflejado en el piso de cristal de sal y el silencio en esa inmensa soledad me daban una sensación de libertad.
El paisaje es de un blanco inmaculado en el que el cielo y la tierra se confunden en el lejano horizonte. Es una belleza ver las nubes y el azul del cielo reflejándose en el piso, sobre todo cuando llueve y esa agua no se ha evaporado, lo que hace el efecto de un espejo. Y si tomas conciencia de la altura, que estás más cerca del cielo, del Cosmos, de Dios, la experiencia es mucho mayor. Sientes que te estás cargando de buena vibra, que es como enchufarse directamente al tomacorriente.
Aprecias que el silencio suena cuando escuchas tus latidos del corazón, tu respiración, porque no hay nada… Solo tú. Estás consciente del cuerpo que ocupas.
Norte de Chile: desierto de Atacama
Salimos de Uyuni con dirección al norte de Chile, que es una zona árida, y llegamos al desierto de Atacama. Hay una zona que se llama el Valle de la Luna, y dicen que es la zona más parecida a la superficie de Marte.
Los colores de las montañas tienen una combinación de marrón y rojizos. En la noche la luna se ve mas grande y las estrellas con un brillo más intenso.
Visitamos los Geisers del Tatio y observamos de cerca como brota el agua burbujeante desde las profundidades de la tierra. Allí sientes la intensidad de la energía, la vibración (se puede comparar con la electricidad estática) que emana de la tierra.
Finalmente llegamos al norte de Argentina y regresamos a Venezuela.
Al momento de viajar es importante enfocarse en lo positivo, en el bienestar que te dan lugares maravillosos que puedes conocer viajando en expediciones.
@ruimendes_expediciones
Al momento de viajar es importante enfocarse en lo positivo, en el bienestar que te dan lugares maravillosos que puedes conocer viajando en expediciones.
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