Es una región entre Sucre, Monagas y Delta Amacuro, donde todo es prolífico
El agua es el inicio y creación de todas las formas de vida que conocemos. El Delta del Orinoco es un sistema fluvial donde uno de los tres ríos más caudalosos del mundo abre sus manos y se entrega al mar. Una región donde todo es prolífico, las copas de los árboles, los manglares, los pantanos y caños. En este Edén el ser humano es tan fértil como la tierra misma.
Es territorio warao, la etnia más antigua de Venezuela. Carece de vías terrestres. Sus habitantes se desplazan en curiaras y viven en palafitos, distantes entre ellos. Las familias son jóvenes, con siete hijos promedio.
Después de 12 horas por carretera, saliendo de Caracas vía Maturín, embarcamos una lancha en el muelle de Boca Uracoa y navegamos de noche unas dos horas más hasta llegar al Campamento Orinoco Queen (@OrinocoQueenCamp).
Por su ubicación, este lodge es ideal para avistar aves y pequeños animales. Las cabañas tienen camas con mosquiteros, baño con regadera y luz eléctrica que funciona mientras está encendida la planta. También tienen chozas para que armes tu carpa o cuelgues un chinchorro. Este hospedaje es atendido por Víctor Velásquez y un equipo de gente que se esmera por hacer tu estadía inolvidable.
Después del desayuno, Rafael Marín, un conversador guía warao-margariteño, nos llevó en bote a recorrer los caños principales. Nos mostró variedad de especies, monos arawatos, capuchinos, guacharacas de agua, tucanes, guacamayas, pájaros carpinteros, rayas y toninas. Fuimos de pesca en búsqueda de pirañas. La vegetación también es exótica, resaltando los sistemas de manglares, el cacao de agua con sus hermosas flores, el moriche y la bora que navegaba suavemente como una alfombra junto a nosotros.
El segundo guía, Clemente González, es pura adrenalina. Nos organizó competencias de curiaras y paseos a la selva, actividad que requiere botas de hule para caminar en el fango. Nos colgamos de lianas para cruzar riachuelos y avistamos gran variedad de fauna silvestre. Es territorio de anacondas y chigüires, pero no nos topamos con ninguno. En una comunidad vimos dos babas pequeñas.
Recomiendo un mosquitero de rostro con sombrero e ir bien cubierto porque los insectos pueden ser una incomodidad. El poncho o impermeable es indispensable en esta época del año que llueve con frecuencia, pero escampa pronto. Los amantes de la fotografía se darán un banquete con la fauna, flora, amaneceres, atardeceres y noches estrelladas, pero sobre todo con los hermosos rostros de la etnia warao y sus costumbres.
En esta región abunda el moriche o Árbol de Vida, llamado así por su variedad de usos. De él obtienen alimento, tejen chinchorros, fabrican artesanía, preparan jugos, licores fermentados y comen su gusano (los que lo probaron aseguran que sabe a mantequilla).
Las hebras de Moriche son blanqueadas con limón, que les da una coloración crema. La combinación con semillas y hebras de otros colores resulta en unas piezas muy finas. Les recomiendo llevar efectivo para poder adquirir bellezas.
Nos enseñaron cómo hacen las curiaras, proceso que comienza con la selección y corte del árbol adecuado. Tallan el tronco para hacerlo hueco. Introducen hojas secas que prenden en fuego para que la madera se expanda, lo que le da el color ahumado. Y acuñan unas varas para ensancharla y darle la forma para navegar,
Viajando con compromiso
Cuando voy a estos lugares lo hago con gente que entiende las necesidades de las comunidades que visitamos. Ellos son los operadores turísticos Rubén García y Ericka Muñoz, mis amigos de @ViajerosSinControl, cómplices de @carol_ramirez_1 y su proyecto #odontomochileraconproposito. Esta iniciativa consiste en hacer turismo y aprovechar la oportunidad para llevar ayuda y jornadas de salud a las comunidades indígenas más remotas del país.
Esta vez se sumó el @drborisquintero y un grupo de turistas todo terreno con vocación de servicio. Carol atendió 100 casos odontológicos y Boris unos 60 casos médicos, mientras los demás bañamos, desparasitamos y vestimos unos 50 niños, con ropa y calzado en buen estado que habíamos recolectado. Estas jornadas me llenan de orgullo y le dan un propósito adicional a mis viajes.
El Delta fue una experiencia llena de paisajes y reflexiones, de gente hermosa y amable que nos abrió sus brazos para enseñarnos cómo viven.
Regreso con la certeza de que podemos ser felices con menos de lo que pensamos, pero no sin el afecto y apoyo de los demás.
En mi cuenta de Instagram @adrianalopezm pueden ampliar información sobre este viaje, las jornadas de labor social y tips de cómo hacer turismo de aventura por toda Venezuela.
@diaspora.design
Regreso con la certeza de que podemos ser felices con menos de lo que pensamos, pero no sin el afecto y apoyo de los demás.
ResponderEliminar