La emergencia humanitaria compleja que sufre Venezuela impactó la histórica relación social y económica con la frontera norte, dando pie a la acción de redes de trata de personas y representando un desafío a la gobernabilidad de las islas

Desde los indígenas caquetíos en 1499 hasta los alegres viajeros de Cadivi, se cuentan por siglos la estrecha relación humana entre Venezuela y el Caribe Neerlandés. Sin embargo, la crisis política y la emergencia humanitaria compleja que sacuden a la República Bolivariana han alterado en los últimos años la dinámica entre tierra firme y las islas de Curazao, Aruba, Bonaire y Sint Maarten.

“A partir de 2002, las islas comienzan a tener otro significado para Venezuela. A medida en que la crisis venezolana comienza a agudizarse, las islas ABC (Aruba, Bonaire y Curazao) comenzaron a ser vistas como un sitio en donde se podía emigrar definitiva o temporalmente”, señala el profesor Gerardo González Maldonado en un ensayo publicado por el Observatorio Venezolano de Migración de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

El Observatorio Venezolano de Migración analiza la situación de la diáspora

En su análisis, González Maldonado destaca que en una primera fase, desde 1999, “la inseguridad parecía ser la primera razón para que los venezolanos se trasladaran tanto a vivir como a trabajar de manera temporal” en el Caribe Neerlandés.

“Luego, a partir 2010, la posibilidad de conseguir divisas (Sistema Cadivi) en el extranjero convirtió a las islas ABC en uno de los sitios más accesibles con este fin. Con el tiempo, los habitantes de (los estados) Falcón y Zulia percibieron cada vez con más fuerza que Aruba y Curazao principalmente, y luego Bonaire, eran sitios potenciales para migrar por las oportunidades de empleo”, añade el sociólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

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