domingo, 22 de febrero de 2015

La confesión de un mirabolsas (o “MERCAL y nuestros gustos conservadores”); por Sumito Estévez

Fotografía de Luigi Paravani

I. El mirabolsas

MERCAL son las siglas con las que se conoce en Venezuela una extensa red de supermercados pequeños que es manejada directamente por el Estado para vender comida con precios muy por debajo del precio de mercado. En muchas ocasiones, incluso el precio está por debajo del costo. Conceptualmente siempre me gustó: me parece absolutamente lógico que un país busque su seguridad alimentaria a través de los mecanismos que considere. Y más lógico tratándose de un país no productivo, dependiente de la renta petrolera, que use parte de esas ganancias para establecer subsidios directos que le aligeren la dura vida a quienes el salario no les alcanza.

Por mucho tiempo funcionó bastante bien: un pequeño local abierto, con horario claro, al que podía ir cualquiera. No era normal ver entrar a la gente de clase media por razones que iban desde aversión política hacia el concepto mismo de un Estado importador, porque simplemente era más cómodo ir a un supermercado tradicional, o porque la oferta era básica hacía preferible ir donde hubiese una variedad más extensa.

El sistema ha sido ampliamente acusado de corrupto, pero como eso a mí no me consta, vamos a quedarnos con la idea de que lo MERCAL me gustaba, aunque tenía mis quejas por su uso descarado para hacer proselitismo político con claras intenciones electorales y el hecho obvio de que un sistema de subsidio eternizado (porque nunca pudiste enriquecer a los pobres) es una perversión populista.

Vivo a cien metros de un MERCAL, aunque en el caso de mi zona más bien podría calificar de pequeña bodega. Soy un hombre rutinario: todos los días paso frente al MERCAL a las seis de la mañana en mi bicicleta y todos los días, ya de regreso, paso de nuevo a las cuatro de la tarde. Ese ir y venir, constante, predecible, rutinario, ha terminado por convertirme en testigo de excepción de la evolución de la red estatal: una evolución íntimamente ligada a la involución de nuestro país.

Con los años he ido haciendo una especie de álbum de fotos en mi cabeza donde la locación es la misma y la escena ha cambiado hasta el deterioro más puro.

Leer más en: http://prodavinci.com/blogs/la-confesion-de-un-mirabolsas-o-mercal-y-nuestros-gustos-conservadores-por-sumito-estevez/

No hay comentarios:

Publicar un comentario