martes, 25 de noviembre de 2014

Culebra, la mejor base de operaciones

Ocupada por la armada norteamericana hasta la década del setenta, esta pequeña y alargada extensión de tierra se mantiene a salvo del turismo masivo

Mientras remaba en mi kayak por encima de un arrecife de coral en el que abanicos de mar púrpuras y amarillos ondeaban con pereza, de pronto algo emergió abruptamente delante de mí. ¿Un buzo? No, era una tortuga carey, que pareció estar tan sorprendida como yo, aunque no tan fascinada. La tortuga tragó aire, flexionó sus patas-aletas, con tanta gracia como los pelícanos pardos que revoloteaban y se abalanzaban sobre las algas marinas desde tres metros de altura.

Navegaba frente a las costas de Culebra, una isla puertorriqueña de 30 km2, tranquila aún a mediados de enero. Durante los días de 27ºC, con mi familia podíamos elegir entre seis playas espectaculares, en las que a menudo compartíamos una franja de arena de 1,6 km de largo con un puñado de bañistas o ninguno en absoluto. Durante las noches frescas y agradables, desde la cabaña que habíamos alquilado veíamos a la distancia las luces de enormes cruceros que se dirigían a la cercana isla de St. Thomas. Nos sentíamos afortunados de estar en esta isla sencilla y apacible, a 27 km de la costa nordeste de Puerto Rico.

Pese a estar aparentemente fuera de los circuitos habituales, la encontré de la manera más fácil: buscaba un lugar para celebrar los 30 años de nuestra hija y puse en Google las mejores playas, y me aparecieron varias listas de las 10 mejores que incluían Playa Flamenco en Culebra, de la que nunca había oído. No era difícil llegar: un vuelo directo a San Juan, seguido de un cruce rápido en ferry o avioneta hasta la isla.

Su reputación entre los viajeros que buscan un lugar tranquilo parece crecer, por lo que se agregaron vuelos este año. No cuenta con grandes emprendimientos ni infraestructura, en parte por sus modestas dimensiones y porque el turismo pudo tomar posesión de ella sólo después de que las protestas de los lugareños pusieron fin, en 1975, al uso que la marina estadounidense le daba como campo para prueba de armamentos.

Algunos historiadores sostienen que Colón recaló en Culebra en su segundo viaje de 1493, y la tradición local dice que era un escondite de piratas que acechaban el comercio caribeño. En 1909, el presidente Teodoro Roosevelt creó el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Culebra, parte en la isla homónima y otra parte en los islotes de los alrededores. En años recientes, las opciones de alojamiento se fueron ampliando, e incluye un camping en playa Flamenco, un número creciente de pequeños hoteles y pensiones, y una vasta selección de cabañas en alquiler.

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