lunes, 11 de agosto de 2014

Cheverito en Choroní Carolina Jaimes Branger



Si el "comic" que Mintur sacó como regalo de vacaciones "para los más pequeños de la casa, un defensor de la naturaleza que admira todas las tradiciones culturales de Venezuela" hubiera ido a Choroní a principios de la semana pasada, no lo hubieran encontrado "surfeando en una playa ni bailando uno de los ricos tambores caribeños". Como "la limpieza de los sitios turísticos" es una de sus inquietudes, a Cheverito lo hubieran encontrado limpiando excrementos. Así como lo oyen. Porque en Choroní las cloacas colapsaron.
Israel Sosa, nativo de Choroní y uno de los líderes de la protesta que organizaron los vecinos, hartos de promesas y ofrecimientos no cumplidos por el gobierno regional, me contó que la concejal electa por Choroní (y por quien confesó haber votado) "nunca antes había venido y ahora se apareció a exigirnos que abriéramos la carretera y a amenazarnos con que no nos iba a dar más plata para las fiestas de los santos". Cerrar el acceso no es una forma ortodoxa de protestar, pero es un acto desesperado de quienes no encuentran que les hagan caso por las vías regulares. "Pedimos perdón a los turistas por este acto, ellos no tienen la culpa de lo que está pasando, pero es la única manera que tenemos de llamar la atención y que nos escuchen, una medida de presión para el gobierno".

Pero la protesta no era solo por las cloacas. La protesta era por una suma de problemas acumulados. La medicatura, por ejemplo, fue trasladada a un sitio "temporal" mientras se reconstruía la que está actualmente, pero se acabó el dinero "como normalmente pasa en el país".

La inseguridad es otro tema: "aquí roban a los turistas, las casas de los vecinos y no hay suficientes policías… A veces venimos a hacer las denuncias y nos dicen que volvamos al día siguiente".

Lo del sistema de cloacas ha sido un vía crucis. Desde que el contratista abrió el primer hueco hace siete años, quienes saben de construcción observaron que los tubos eran muy pequeños para el funcionamiento de un pueblo que en ocasiones llega a tener más de treinta mil personas de población flotante. Además, las bocas de visita están en un nivel más bajo y cuando las bombas hidroneumáticas, sin mantenimiento y funcionando veinticuatro horas, dejaron de hacerlo, se derramaron los desechos. Cheverísimo, pues. Ya en junio se habían echado a perder en plena fiesta de San Juan y como la tarima estaba en la boca por donde se derramaba la cloaca, podrán imaginarse el desastre. "Esto es una burla".

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