En 2010, en los vuelos desde Alemania a Asia, el 37 por ciento de los pasajeros cogían un avión y llegaban directamente a su destino; otro 25 por ciento cambiaba de avión en un lugar de Europa (París, Londres, Milán o Ámsterdam eran candidatas); y el 38 por ciento restante hacía lo propio en un hub en Turquía, en el Golfo Pérsico o en cualquier otro país no europeo (Alemania: tras Ryanair, Lufthansa recorta rutas).
En 2024, apenas 14 años después, el 25 por ciento de los pasajeros vuelan directo; apenas un 17 por ciento cambia de avión en Europa; el 34 por ciento lo hace en Turquía o el Golfo Pérsico; y el 23 por ciento restante hace escala en otro país.
Así está muriendo la aviación europea. Lo dice Lufthansa en una publicación que pretende sensibilizar a los gobiernos y a la Unión Europea de que así no se puede continuar. “Los competidores directos se expanden y las aerolíneas europeas sufren desventajas competitivas estructurales”, alerta (Lufthansa prepara el despido de miles de administrativos).
Lufthansa argumenta que aerolíneas como Qatar o Emirates crecen como la espuma en Europa sin tener que cumplir las exigencias que sí afectan a las locales. Por ejemplo, las tasas en Alemania para los aviones que tienen su base allí son elevadísimas, mientras que en el Golfo no existen. Lo mismo se aplica a los impuestos estatales y en los costos del control aéreo.
Lufthansa se queja de que “las aerolíneas europeas operamos en una de las jurisdicciones más intensamente reguladas del mundo. En materia medio ambiental hay un flujo constante de nuevas normas; tenemos además un espacio aéreo fraccionado y unas regulaciones de compensación a los pasajeros que, en conjunto, disparan los costes operativos”.
Un transfer de un viajero en Frankfurt, si se cumplen las nuevas normas anunciadas, será en 2035 al menos 180 euros más caro que en Estambul, lo que permite visualizar que Europa no avanza, sino que retrocederá mucho más.

No hay comentarios:
Publicar un comentario