domingo, 14 de julio de 2024

El desconocido paraíso africano de playas caribeñas y 'rallies' en el desierto que hay que visitar ya

 

A cuatro horas de España en avión, el archipiélago de Cabo Verde ofrece 'rallies' entre dunas, baños flotantes y nadar con tiburones. Es el momento de descubrirlo antes de que llegue el turismo de masas.

El muelle de Santa María, en la isla de Sal.
El muelle de Santa María, en la isla de Sal.SHUTTERSTOCK / ISABEL GARCÍA
ISABEL GARCÍA

Dicen que, antes de irse a descansar el séptimo día tras crear el universo, Dios se sacudió de las manos unos pequeños pedazos de tierra que se le habían quedado prendidos, de manera que, al precipitarse sobre el mar al azar, formaron un bello archipiélago de 10 paradisiacas islas volcánicas a rabiar. Pues bien, dicho lugar tiene nombre propio, Cabo Verde, la ex colonia portuguesa desparramada prodigiosamente sobre el Atlántico a 450 kilómetros de la costa de Senegal, a caballo entre África y América. Y a un tiro de piedra de Europa.

De ahí que, desde los tiempos de la conquista en el siglo XV, cuando se habitaron por primera vez, haya jugado un papel estratégico en las ansias por dominar el mundo. No en vano, fue uno de los principales focos de comercio de esclavos. Los piratas de variado signo y los cazadores de tortugas serían sus siguientes pobladores.

Vista del Parque Natural de Buracona.
Vista del Parque Natural de Buracona.

Por eso no sorprende que la identidad de los caboverdianos sea el resultado de una curiosa amalgama de historias. Por un lado, estaría el marcado sello luso (no se independizaron hasta 1975), ejemplificado en la lengua oficial (el portugués, aunque en la calle se habla criollo), la gastronomía (la feijoada no falta), la arquitectura (colonial), la religión (católica) y la música. Como ejemplo de ésta, una suerte de fado local llamado morna lo inunda casi todo, liderado por la voz eterna de la ya desaparecida Césarea Évora, su representante más ilustre.

Luego estaría la esencia pura del Continente Negro, traída consigo por aquellos esclavos obligados a trabajar el algodón y la caña de azúcar en la época de la colonia. Por eso, aquí igual se celebra el Viernes Santo que el Kolá Sanjon, un ritual africano de fertilidad a golpe de sensuales danzas. A muchos de esos prisioneros se los llevaron a América, el tercer eco que resuena por estos lares.

Ambiente portuario de la isla de Sal.
Ambiente portuario de la isla de Sal.

Es más, sus idílicas (y kilométricas) playas de aguas turquesas y arena fina recuerdan a las del Caribe, con quien se compara turísticamente hablando. También el baile se lleva en la sangre, el clima tropical moldea el carácter y los paisajes y el devenir diario no entiende de apremios. Es más, uno de los lemas del país es No stress, estampado en souvenirs, camisetas, letreros y coches.

Pese al parecido físico, nada tiene que ver la explotación de aquellos destinos al otro lado del Atlántico (léase Riviera Maya o República Dominicana) con la de Cabo Verde, todavía territorio inexplorado para los viajeros. De ahí que haya que aprovechar el momento antes de que sea tarde y la masificación haga acto de presencia. De momento, ni siquiera hay infraestructura hotelera en todas las islas, sino que son los propios habitantes los que abren las puertas de sus casas a los visitantes en el caso de las de Maio (con sus aguas cristalinas perfectas para el buceo) o Fogo (la más volcánica de la lista y la única que produce vino).

Circuito en 'buggy' por el desierto.
Circuito en 'buggy' por el desierto.

Otras como Santiago, donde está la capital, Praia; la ya citada de Santiago, Boa Vista (es el primer punto del globo donde anidan las tortugas caretta o boba) o Santo Antão (exuberante y verde) sí que han comenzado a abrirse al exterior. Cada una de su padre y de su madre, pero igual de atractivas. "Todavía no se nos conoce lo suficiente, pero aparte de sol y playa, que tenemos de sobra, aportamos cultura, aventura, música y tradición", afirma Humberto Lélis, presidente del Instituto de Turismo.

Por ahora, la que lidera este campo es la isla de la Sal, desértica y salvaje, que incluso cuenta con vuelos directos desde Madrid, Barcelona y Bilbao de cuatro horas este verano con el touroperador español Soltour, que organiza paquetes de siete noches con alojamiento en hoteles de diferentes categorías como los cinco estrellas Meliá Llana Beach Resort & Spa y Hilton Cabo Verde Sal Resort y todo tipo de actividades. De un rally en buggy por el desierto a un salto en tirolina sobre el mar (luego lo contamos).

Uno de los alegres murales que salpican Cabo Verde.
Uno de los alegres murales que salpican Cabo Verde.

De momento, los programas se mantendrán hasta septiembre, pero la idea es prolongarlos, ya que la atemporalidad y el buen clima de Cabo Verde lo permiten durante todo el año. La culpa la tienen esos benditos 25 grados de media anual (pueden subir como mucho a 28, la misma temperatura del agua del mar) y la escasez de lluvias, dos puntos a favor de "este destino emergente donde los viajeros pueden disfrutar de una increíble naturaleza, rica cultura y un ambiente relajado", asegura Luis Santos, director comercial para España y Portugal de Soltour.

La isla más turística, como decíamos es Sal, el exótico atolón de 40.000 habitantes y 30 kilómetros de largo por 12 de ancho sin semáforos ni prisas que debe su nombre a las salinas que todavía hoy esconde. En algunas como las de Pedra da Lume, explotadas desde 1803 y sobre un cráter volcánico erosionado, incluso es posible sumergirse y flotar como en el mar Muerto, una de las experiencias favoritas de los viajeros, que no dudan en aplicarse sal o yodo en el cuerpo a modo de baño terapéutico. Por algo tiene 27 veces más sal que el agua de mar.

Una bañista flota en las salinas de Pedro da Lume.
Una bañista flota en las salinas de Pedro da Lume.

A apenas seis kilómetros de las salinas está Espargos, la capital (7.000 almas), donde se localiza la torre de control que dirige el tráfico aéreo oceánico entre África y América. No en vano, el turismo en la isla comenzó gracias a su ubicación estratégica como escala entre los vuelos entre Sudáfrica y Estados Unidos.

No había un sitio donde alojar a la tripulación que recalaba en Sal, por lo que a una pareja de belgas, Gaspard y Marguerite Vynckier, que había llegado en busca de un clima curativo, se le ocurrió convertir su casa en el primer hotel del pintoresco pueblo de Santa María en 1967. Morabeza lo llamaron, un término que hace referencia "al carácter acogedor, relajado y hospitalario que caracteriza a los caboverdianos", explica, orgulloso, el guía Ronny Santos.

La tienda de moda y artesanías Tunuca, en Santa María.
La tienda de moda y artesanías Tunuca, en Santa María.

Pero llegó Ronald Reagan al poder en Washington y canceló los vuelos con Sudáfrica en repulsa por el apartheid. Los Vynckier se quedaron sin clientes, por lo que se lanzaron a buscarlos a Bélgica, Portugal, Alemania y Reino Unido. Así comenzaron a llegar los viajeros a Santa María, una agradable población costera de casas de colores, tiendas de artesanías, chiringuitos a pie de playa, murales en las fachadas, tabernas donde preparan cachupa (un contundente estofado de maíz, alubias, pescado y carne), pubs con hora feliz a media tarde y música en cada esquina.

Hoy, los visitantes llegan atraídos por un destino inexplorado rebosante de playas vírgenes de aguas cristalinas y parajes desérticos con infinidad de actividades al aire libre. Entre las acuáticas destacan la pesca deportiva, kayak, motos de agua, buceo, snorkel, paseos en catamarán para ver delfines y ballenas... Quien prefiera tiburones (calma: son bebés) también los tiene en la Bahía de Parda, más conocida como Shark Bay (o Bahía Tiburón), en cuyas aguas hasta la rodilla remolonean entre las piernas a la caza del alimento que les echan los guías. Basta calzarse unos zapatos de goma que alquilan allí mismo para poder vivir la experiencia.

Un baño entre tiburones en Shark Bay.
Un baño entre tiburones en Shark Bay.SHUTTERSTOCK

Los que deseen lanzarse en tirolina con vistas al océano turquesa, por un lado, y al páramo ocre, por otro, pueden hacerlo a lo largo de un kilómetro de largo en Ponta da Fragata. Gracias a sus vientos alisios, Sal también es el paraíso para los amantes del surf, el windsurf y el kitesurf. Es más, de aquí son dos campeones mundiales de este último, Mitu Monteiro y Matchu Lopes, cuya imagen en forma de grafiti salpica diferentes poblaciones a modo de héroes nacionales. El mejor sitio para darle a las olas está claro: Kite Beach.

La aventura no acaba aquí. También se puede dar un paseo a caballo a pie de playa. ¿Y qué tal un rally en buggy o 4x4 por el desierto entre dunas monumentales, cráteres olvidados y acacias inmensas? La experiencia exige ataviarse con mono, casco, pañuelo y gafas para burlar al polvo y disfrutarlo al máximo, pero bien vale la pena.

Lanzamiento en tirolina sobre el mar.
Lanzamiento en tirolina sobre el mar.

Tras tanta aventura, ya sólo quedaría marcarse un homenaje gastro a base de pescado y marisco (la lista de variedades es infinita: atún, pez sierra, barracuda, langosta, pulpo, ostra, percebe, esmoregal...) en Santa María y después descubrir la animada vida nocturna con música en vivo saltando de pub en pub.

GUÍA PRÁCTICA

CÓMO LLEGAR Y PAQUETES TURÍSTICOS

El touroperador español Soltour (www.soltour.es), líder en el segmento vacacional en España y Portugal, organiza paquetes de siete noches a Cabo Verde con vuelos directos semanales con Air Europa y Smartwings a la isla de Sal desde Madrid, Barcelona y Bilbao hasta septiembre. El trayecto dura unas cuatro horas. Además, saldrán vuelos directos desde Lisboa y Oporto.

Además, el programa incluye traslados y alojamiento en hoteles como el Meliá Llana Beach Resort & Spa (todo incluido sólo para adultos) o el Hilton Cabo Verde Sal Resort (ideal para familias), ambos de cinco estrellas. Desde 443 euros. Soltour también ofrece actividades en el destino como paseos en barco para ver delfines y ballenas y hacer snorkel, rallies en 4x4 por el desierto, baños con tiburones o en sal flotando como en el mar Muerto, lanzamiento en tirolina...

MÁS INFORMACIÓN
En la web de www.visit-caboverde.com

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