Hubo un tiempo en el que Boeing fabricaba todas las partes de sus aviones. Pero un día vendió Spirit, que ensambla los fuselajes. Spirit, separada de Boeing, también tenía como cliente a Bombardier, a quien le hacía parte de los aviones de la serie C. Esos aviones hoy son el Airbus 220. Y hace una parte menor de los A350 (Boeing compra Spirit para lavar su imagen y acelerar las entregas).
Ahora Boeing recompra Spirit, pero se encontró con un problema: qué hace con el negocio que tenía con Airbus. Y ahí viene el negocio de los europeos: por un lado, Boeing compra Spirit y al mismo tiempo vende las instalaciones en las que se ensamblan los A220 por el precio de un euro. Y al mismo tiempo, indemnizará a Airbus con 559 millones de dólares por el incumplimiento de los contratos con Spirit.
Airbus ha hecho un negocio redondo: se queda con la fábrica de sus Airbus 220 gratuitamente y encima es indemnizado. Deberá reconstruir el negocio, pero en todo caso lo hace con un beneficio económico inicial.
Las batallas de Boeing no es la primera vez que benefician a Airbus. El avión A220 era antes la serie C de Bombardier. Boeing demandó a Bombardier por fabricarlo fuera de Estados Unidos y venderlo a Delta, lo que llevó a Bombardier a vender la mitad del negocio, también por un euro, todo el negocio con la fábrica, a Airbus. Airbus empleó una factoría que ya tenía para ensamblar el avión en Estados Unidos y se quedó con un excelente avión casi gratis.
Ahora se queda con una de las fábricas, también casi sin coste. Por no contar con el negocio que la crisis de Boeing deriva a Airbus.
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