Hay dos grandes víctimas de las décadas de paros interminables de los controladores aéreos franceses: los viajeros de los países vecinos, particularmente Gran Bretaña, Irlanda y España, y, por otro lado, los propios franceses, habituados a no saber nunca cuándo no podrán volar (Otro paro de controladores en Francia, hasta el 7 de junio).
Ahora, que se aproximan unos Juegos Olímpicos en París, Francia tiembla bajo la constante amenaza de huelgas que en estos momentos van afectando a diversos aeropuertos, por las causas más inverosímiles que siempre se solucionan con aumentos salariales.
Esta semana, todo el sector turístico, tanto la Seto (patronal de Empresas Turísticas), la EdV (patronal de empresas de viajes) y la FNAM (Federación de Aviación y Oficios), hartas del caos constante, publicaron una carta abierta pidiendo detener las huelgas “inoportunas que provocan cancelaciones y retrasos masivos de vuelos”.
La carta afirma que “las consecuencias de los actuales movimientos huelguísticos recurrentes parecen desproporcionadas tanto para los pasajeros como para las empresas, mientras que los sectores aéreo y turístico salen debilitados ante la mayor crisis de su historia”.
Se insta a las autoridades a tomar medidas y a respetar en todos los casos unos servicios mínimos del 50 por ciento de los vuelos y con “un mecanismo de compensación de los costes soportados por los profesionales del sector”.
Porque es importante recordar que los retrasos de las aerolíneas dan lugar a indemnizaciones, pero estos paros no generan compensaciones. La carta, como ven, no pide que estas alcancen a los viajeros.
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