Unos empresarios de Holanda han tenido una idea comercial que yo me atrevería a calificar de genial. Y así les va: su capacidad de encontrar un negocio donde otros no vimos nada les está catapultando (Wundermart: el negocio que crece en el hall de los hoteles).
Todos hemos visto las recepciones de los hoteles que en muchos momentos del día están vacías. Son espacios más bien amplios, donde siempre hay alguien de la empresa, que son necesarios para el cliente, pero que durante muchas horas están sin actividad alguna.
Y todos sabemos las dificultades que tienen los hoteles medianos y pequeños para mantener un servicio de bar o comercial para sus visitantes, porque no siempre hay suficiente mercado y, sobre todo, la plantilla tiene un coste.
Pues a los promotores de Wundermart se les ocurrió lo que, cuando lo vemos, parece obvio: hacer un comercio lo más electrónico posible. Como son tiendas servidas prácticamente por máquinas, no tienen gasto de personal, salvo la vigilancia que ofrece el hotel; como los hoteles están céntricos, pueden atender gente de paso, al modo como funcionan muchas gasolineras, y también a los clientes del establecimiento; como todo es automático, aquello es muy fácil de operar, en un espacio que con esta oferta incluso sale ganando.
Así va Wundermart: acaba de nacer y ya está en tres países, creciendo a gran velocidad.
Esto es crear empresa y negocio, es pensar, idear, concebir, acertar y ganar dinero. Pronto tendrá imitadores, pero lo cierto es que uno se pregunta ¿cómo no se le había ocurrido a nadie antes algo que parece tan sencillo?
Es lo que me pasa cuando veo el modelo de Mercadona o el de Zara: parecen muy simples, pero había que lanzarse.
Pues a los promotores de Wundermart se les ocurrió lo que, cuando lo vemos, parece obvio
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