El gran rival turístico de España es una Turquía que este verano se ha visto inundada de viajeros rusos, lo que ha alejado que europeos se decidieran a vacacionar en el país otomano. El motivo es que no quieren compartir instalaciones hoteleras con los ciudadanos del país que ha invadido Ucrania, con una guerra que ha provocado el mayor estupor en décadas (Turkish Airlines, centrada en los vuelos a Rusia).
Así, los hoteleros españoles, que han perdido al mercado ruso a causa de este conflicto bélico desde febrero, se han beneficiado en contrapartida de acaparar un mayor número de británicos o alemanes que hubiesen contemplado pasar su descanso estival por la costa turca.
Los establecimientos del destino otomano son más nuevos en mayor cuota que los españoles, y además sus tarifas son más bajas a causa de costes menores por salarios inferiores a España, y de ahí que una ventaja indirecta para el turismo español de la guerra en Ucrania esté siendo que ha aumentado sus simpatías para muchos europeos.
La proximidad geográfica a Ucrania, del mismo modo, se apunta como otro de los factores que ha perjudicado a Turquía o incluso a Grecia, a la vez que ha favorecido a España en una temporada que ha sido de precios récord también a causa de la inflación y por el boom de demanda tras los dos años anteriores de restricciones a la movilidad y a la sociabilidad.
El verano de ingresos máximos para la hotelería española ha vuelto a verse así beneficiado por factores geopolíticos, después de que en años anteriores los resultados extraordinarios obedecieran en gran parte a la inestabilidad social en el Magreb. Por ello, el sector turístico español ruega por no verse marginado nuevamente de las ayudas públicas europeas para renovar su infraestructura y gozar de mejor producto para superar a los destinos competidores en escenarios de estabilidad.
El motivo es que no quieren compartir instalaciones hoteleras con los ciudadanos del país que ha invadido Ucrania
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