Pinabetes, en el Ávila

Un paseo lleno de senderos, miradores, mariposas y aves en el pulmón de Caracas

El Parque Nacional Waraira Repano o El Ávila cuenta con senderos que están acondicionados para el excursionismo, picnic, observación y otras actividades de bajo impacto ambiental que nos permiten apreciar nuestra biodiversidad, bellezas escénicas, medios ecológicos y hasta reliquias históricas.

Acamparavila es un grupo de guías que te lleva a disfrutar de muchas de estas actividades bajo una modalidad ecológica, segura e informativa. Y es que, dentro de todos esos senderos, hay mucho por descubrir, externa e internamente.

Uno de nuestros paseos favoritos es Pinabetes. ¿Por qué? Es una ruta corta, de unas 4 horas al iniciar desde Los Venados, la zona de recreación por excelencia con sus hermosos senderos señalizados, miradores y los vestigios de La Casona, una antigua hacienda cafetalera. Al ir temprano, los rayos de luz atraviesan la copa de los árboles y ves por todo el camino muchas mariposas de diversos colores y diferentes aves que nos mantienen cautivados con su trinar. Realizas paradas amenas bajo algún árbol o frente a los arbustos de café que resguardan la historia del lugar.

Llegas al cruce, y te encuentras con un letrerito que te indica el ascenso a la pica de Pinabetes. A los 5 minutos de pasar el letrero, te internas en un bosque nublado que destaca con árboles que se alzan a más de 20 metros de altura, cubiertos de hongos, líquenes, orquídeas y preciosas bromelias. El suelo es una maravilla engalanada por una alfombra de hojas secas que cubren la nutrida tierra negra y parte de las grandes raíces que se convierten en peldaños para seguir ascendiendo. También puedes ver palmas benditas y por supuesto, Los Pinabetes, árboles endémicos, únicos de la Cordillera de la Costa; es un honor encontrarlos y admirarlos entre la niebla que va arropando al bosque con tenues matices de magia y encanto. Al final del ascenso, llegas muy cerca del Hotel Humboldt, frente al puesto de guardaparques y gozas desde un mismo punto, una fascinante vista al Mar Caribe y del lado opuesto, el oeste de Caracas. Es un recorrido envolvente que requiere constancia y estar en tiempo presente, cosa que maximiza la experiencia y hace que quieras volver. Pronto, ¡Nos vemos en la montaña!

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