El presidente mexicano, López Obrador, ha acusado a sus antecesores en el cargo de que las aerolíneas mexicanas sean débiles o, directamente, no existan.
Su razonamiento contiene precisamente el virus mortal de la empresa: la intervención pública. Si algo han hecho los presidentes anteriores a López Obrador es meterse en donde no le llaman. En el mundo, las aerolíneas potentes y competitivas son precisamente aquellas en las que los políticos se han limitado a fijar las reglas y se han marchado a otra cosa.
Sin salir del continente, no hay ni una aerolínea pública que haya funcionado. Todas las que tienen éxito son privadas, llaménse Lan, Tam, Gol o Copa.
Coja usted la lista de compañías estatales para comprobar la perversión de las ideas de López Obrador: Tarom, Olympic, Malev, Alitalia, Tap, Conviasa, Aerolíneas Argentinas, y así hasta el infinito.
Si las intervenciones públicas son desastrosas por sistema, la que propone López Obrador simplemente es disparatada: pretende que los militares gestionen una aerolínea comercial en México. Tal cual. No hay que ser muy perspicaces para comprender que un militar no tiene formación para ser empresario sino para hacer la guerra, para defender un país y, en el caso de Latinoamérica, para dar golpes de estado.
Sin salir del continente, no hay ni una aerolínea pública que haya funcionado. Todas las que tienen éxito son privadas, llaménse Lan, Tam, Gol o Copa.
ResponderEliminar