A día de hoy, París ya aplica todos los impuestos existentes sobre el turismo. De manera que la alcaldía de la española Anne Hidalgo no está buscando homologarse con los destinos más caros del mundo en este sentido sino tomar la delantera. ¿La razón? El Covid. Se trata de pagar los costes de la crisis sanitaria. O sea que el turismo es el que sufrió primero y ahora vuelve a sufrir porque ha de pagar la factura.
El ayuntamiento ha hecho un informe sobre cómo conseguir dinero y concluye que hay tres fuentes: la primera son las viviendas, la segunda son las oficinas desocupadas y la tercera son los turistas ricos.
Hidalgo gobierna con los comunistas y dos de esos concejales, Nicolás Bonnet y Paul Simondon se han encargado de las propuestas.
La idea es que desaparezca el tope máximo de la tasa turística para quienes se alojen en palacios y hoteles de lujo. El principal argumento para aumentar este impuesto es que "la tasa turística no le cuesta nada al Estado ni a las clases trabajadoras" y, por lo tanto, son medidas de justicia social.
"la tasa turística no le cuesta nada al Estado ni a las clases trabajadoras" y, por lo tanto, son medidas de justicia social.
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