Stuart Nash, el ministro de Turismo de Nueva Zelanda, está tal vez dando un consejo al resto de los territorios saturados con visitantes: “no queremos viajeros que vengan al país con diez dólares para gastar diariamente y que se alimenten de noodles instantáneos". Sin rodeos, Nash lo dice claro: “queremos turistas de gran nivel, gastadores”, pese a que los investigadores dicen que dejan mayor huella ambiental (Nueva Zelanda abre fronteras a los turistas de unos 60 países).
Esta semana se reabrieron totalmente las fronteras neozelandesas, y fue en ese momento cuando el ministro confirmó que seguirá buscando gente con dinero. "Vamos, sin vergüenza, a buscar turistas de alta calidad", reafirmó. "Damos la bienvenida a los mochileros, pero no los buscamos. Nos centramos en los ricos, en los turistas que viajan en clase business, que alquilan un helicóptero o que van a restaurantes de lujo".
Como era de esperar, de inmediato aparecieron los críticos. El profesor James Higham, de la Universidad de Otago, dice que "no he visto evidencias de lo que dice el ministro. La tendencia en el mundo es hacia un turista que viaja más lejos, más de prisa, produce más CO2, está menos tiempo y gasta menos. Frecuentemente el proceso es que gente muy rica destruye el planeta en un proceso que no beneficia a los destinos turísticos. Los grandes gastadores son frecuentemente los que más dañan el entorno. Esto no es muy beneficioso para Nueva Zelanda", añadió.
Aseguró que los mochileros solían estar más tiempo en un destino, gastando más dinero.
Antes de la pandemia, el turismo había llegado a suponer el 9 por ciento del Producto Interior Bruto de Nueva Zelanda. Hay que recordar que en España supera ligeramente el once por ciento.
Antes de la pandemia, el turismo había llegado a suponer el 9 por ciento del Producto Interior Bruto de Nueva Zelanda. Hay que recordar que en España supera ligeramente el once por ciento.
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