Viajo mucho. Y compro los billetes de avión, busco mi propio alojamiento y alquilo coches. Con diferencia, con gran diferencia, el mayor problema de todos es el coche. Los aviones tienen riesgo, pero más o menos las cosas están controladas. Me ha pasado de todo, pero al fin y al cabo las aerolíneas responden, de aquella manera, pero responden. Ahora mismo tengo un problema con una, pero al fin y al cabo hay que ser sensato: apenas pagué diez euros por el billete, de forma que más allá de la ley, no debería pedir mucho.
En cambio, lo del coche es tremendo, absolutamente pirata.
Yo no he encontrado ni una alquiladora que no pueda ser potencialmente insufrible. La única solución es pagar lo que ellos quieren por el coche con su seguro. Si uno quiere contratar el seguro por otro lado, está listo, porque le amargarán la vida. Literalmente.
Los problemas pueden ocuparnos mil páginas. Pero uno de ellos, con el que me enfrento ahora, es que no hay manera que conseguir atención al cliente. Hay teléfonos, pero allí hay muchas grabaciones que indefectiblemente acaban remitiéndote a la página web que en teoría debería funcionar pero que por una razón que nunca es suficientemente extraña tiene problemas con lo que uno busca.
Si uno llama por teléfono, no contestan. O sí, pero después aquello se eterniza sin respuestas hasta que se corta. Así, días y días.
En una de las casas me dicen que me van a cobrar 60 euros por darle mi nombre a la autoridad de tráfico por una multa. ¿Pero cómo es posible que me haya costado 84 euros dos días de coche y 60 por dar mis datos a su autoridad de tráfico?
Yo no creo ser un bicho raro en esto. Pero sin embargo, las autoridades de Consumo de España y de otros países no intervienen. La Unión Europea hizo un reglamento de viajes que ata a las agencias pero que ignora la cuestión del alquiler de coches, desde hace años terreno de la piratería más descarada.
En España, nuestras autoridades dedican su tiempo a la bobada de las maletas en un avión, en donde las normas son bien conocidas y sólo sorprenden a quien no quiere leer lo que dice el contrato, pero no se hace nada con los coches de alquiler, donde no hay ley.
¿No les pasa lo mismo?
En cambio, lo del coche es tremendo, absolutamente pirata
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