Para mí volar significa la forma máxima de libertad del ser humano y también el sueño más antiguo que tuvieron nuestros antepasados. Cada forma de volar tiene su propia magia.
Pienso que volar en globo es único porque hay que tener la humildad de dejarse llevar por el viento y cuando llegues a algún sitio donde puedas aterrizar, lo haces con esa misma humildad. En cambio en parapente es más libre y una forma de volar maravillosa, en silencio. Toda la aviación tiene una razón de ser para mí, que es llenar ese vacío que tenía el espíritu humano.
Volando en ultraliviano, en una ocasión me metí en una nube y abrí la boca para conocer el sabor. El resultado fue como probar algodón de azúcar porque la nube tiene un rocío dulce. Sentir el sol, sentir el viento abrochado a una silla con alas no tiene precio.
La primera vez que el hombre despegó los pies del suelo fue en un globo aerostático, en 1783. Ante la presencia del Rey Sol, en Versalles, Francia, dos aventureros se elevaron en un globo hecho de papel y por breves minutos volaron. Desde entonces muchos volamos en globo siguiendo esa huella, esa opción que nos da el volar en armonía con la naturaleza.
El globo hoy en día es una máquina no contaminante, muy silenciosa y segura. En todo el mundo hay sitios de vuelo en globo que son increíbles, como Cappadocia, Albuquerque y Ciudad de México. En Venezuela estoy haciendo un enorme esfuerzo.
Este es un país bendecido con sitios increíbles para volar en globo. Cada lugar es el mejor lugar. Volar en globo cerca del Salto Ángel es increíble, en el llano es fantástico, en la costa es mágico y en los Andes es irrepetible. He llevado el globo hasta el Catatumbo, donde ese relámpago eterno que nos tiene en el libro Guinness ilumina esa tierra.
He llevado el globo hasta el Catatumbo, donde ese relámpago eterno que nos tiene en el libro Guinness ilumina esa tierra.
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