La controversia con el avión presidencial mexicano continúa. Después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fracasara en su intento de venderlo, después de que la rifa que organizó para deshacerse de él tampoco funcionara –las aerolíneas no suelen comprar aviones en tómbolas–, ahora la presidencia ha anunciado que alquila el aparato para bodas, bautizos, comuniones y cualquier otro acto social que se considere.
El avión será cedido a una empresa propiedad de los militares mexicanos que se encargan del nuevo aeropuerto de la ciudad. Entonces, si alguien quiere casarse allí, será bienvenido. No se ha aclarado cuánto se tendrá que pagar ni qué utilidad tiene que la ceremonia o la cena sean en un avión completamente nuevo, pero sí que ese dinero ayudará a pagar los gastos de un avión que compró la Presidencia, antes de la llegada de López Obrador y que ahora no quiere usar.
Estamos hablando de un gasto de 218 millones de dólares del Gobierno mexicano que ahora no tiene uso.
El avión está preparado para su uso exclusivo, por lo que sólo tiene 80 asientos, un dormitorio, un baño privado –además de los habituales para los demás viajeros, y una cocina.
Ciertamente, se trata de una oferta original, aunque para disfrutarla habrá que desplazarse al nuevo aeropuerto de México, a cuarenta kilómetros del centro.
El objetivo no es financiar el coste del avión, sino reducir las pérdidas. Si el mantenimiento se abandonara, la venta se convertiría en imposible. Aunque, a decir verdad, tras dos años en el gobierno, la capacidad comercial del Gobierno es baja porque el avión tiene muy poco uso y, en cualquier caso, un 787 es un avión con amplia aceptación en el mercado.
La noticia se publica ampliamente en la prensa internacional por su carácter insólito. Rara vez se ven cosas así que, desde luego, en México, como en otros países de su tipo, parecen más probables.
El avión está preparado para su uso exclusivo, por lo que sólo tiene 80 asientos, un dormitorio, un baño privado –además de los habituales para los demás viajeros, y una cocina.
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