El Parque Nacional es una zona marina con seductores paisajes y playas de ensueño
La excusa perfecta para salir de viajes en estos días de pandemia, siempre acatando las medidas de seguridad, es un fin de semana de relax y para mí la playa significa el escape del bullicio de Caracas y el desestres de una semana de trabajo. La situación no nos ha dejado otra alternativa que buscar lugares paradisiacos cerca de nuestros hogares, y gracias a la céntrica ubicación de la capital venezolana, y su proximidad a las costas tenemos kilómetros de variadas playas para disfrutar.
Nuestro destino final era el Parque Nacional Morrocoy, en las costas del estado Falcón que cuenta con 11 cayos, rodeados de aguas cristalinas de tonos turquesas y arena muy fina y blanca. El tiempo del recorrido es de aproximadamente tres horas y media tomando la autopista Regional del Centro. El viaje comenzó a las 6:00 am. Después de levantarnos y disfrutar de un delicioso y suculento desayuno en Lido Hotel, decidimos embarcarnos en esta aventura.
Sentimos que el viaje fue rápido, quizá por los buenos compañeros de viaje; en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en lo que yo he denominado desde pequeña, la recta de la felicidad, pero que realmente es la vía Morón-Tucacas, esa recta con palmeras que simplemente me llena de emoción y me transporta a muchos recuerdos donde fui feliz. Después de muchos años estaba volviendo a donde siempre he sido feliz.
Nos paramos a un costado de la carretera y nos tomamos la típica foto en la recta de las palmeras.
La casa que alquilamos para disfrutar unos días de sol, arena y mar superó nuestras expectativas; además de estar completamente equipada, su tamaño era perfecto, no era ni muy pequeña ni muy grande; tenía todas las comodidades, con capacidad para seis personas, tenía dos piscinas, una privada y otra del complejo.
Pese a que llegamos en horas del medio día, todavía había tiempo para pasear y visitar una de las maravillosas playas del Parque Nacional. Cayo Los Juanes fue nuestra elección y nos impactó llegar a esta zona, que por cierto ha cambiado muchísimo.
A pesar de lo concurrido del lugar, de las numerosas lanchas y música a todo volumen, sigue siendo igual de bello que siempre. Me enamora su agua cristalina, al punto que se veían pececitos nadar de un lado a otro. La tranquilidad del mar y su bajo nivel es perfecto, te permite estar de pie, pero también nadar en compañía de los cientos de peces que se encuentran en su hábitat y la temperatura es demasiado agradable.
El paseo del primer día fue corto, ya que hay que regresar al muelle a las 5 de la tarde, por medidas de seguridad. Luego de la playa no hay nada más sabroso que lanzarse a la piscina y en compañía de mis amigos, eso fue lo que hicimos el resto del día hasta que disfrutamos de una deliciosa cena.
Nuestro recorrido del siguiente día lo iniciamos muy temprano para aprovechar el tiempo. Ya a las 8:00 am estábamos en el muelle listos para abordar la lancha que nos llevaría a disfrutar de esa belleza de mar azul claro que nos brinda Morocoy. Primero fuimos a cayo Sombrero que sigue teniendo una playa espectacular, con una arena sumamente blanca. Cuando te encuentras allí puedes observar los peces a simple vista sin necesidad de caretas. También puedes nadar entre aguas poco profundas y con más profundidad.
Nuestro siguiente destino fue cayo Pescadores. Que después de conocerlo puedo decir que está entre mis playas favoritas, por su ambiente, el agua sumamente cristalina y con una temperatura cálida y agradable, que lo invita a uno a seguir relajado, sumergido por horas flotando y descansando en el mar.
Mientras estábamos en cayo Pescadores aprovechamos y degustamos de delicias del mar. El servicio fue estupendo, porque mientras seguíamos disfrutando de la playa, nos llevaron la orden, con el suculento menú de cangrejo, langosta, camarones y pescado blanco. Realmente estaba muy bueno y sabroso.
Tras un reconfortante fin de semana de playa que sirvió para descargar el estres de la semana y ayudar a mantener la paz menta, volvimos de regreso a casa con las pilas recargadas. Los venezolanos somos afortunados de poseer bellezas naturales como el Parque Nacional Morrocoy, su conservación es importante para seguir disfrutando de él.
Tras un reconfortante fin de semana de playa que sirvió para descargar el estres de la semana y ayudar a mantener la paz menta, volvimos de regreso a casa con las pilas recargadas. Los venezolanos somos afortunados de poseer bellezas naturales como el Parque Nacional Morrocoy, su conservación es importante para seguir disfrutando de él.
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