Cinco pequeñas islas del Pacífico han desaparecido debido a la subida del nivel del mar y la erosión costera, según una reciente investigación científica. Las islas sumergidas están al norte del archipiélago de las Islas Salomón, donde se han registrado ascensos anuales del nivel del mar de 7 milímetros, más del doble de la media global. Las islas tragadas por el mar tenían una superficie de entre 1 y 5 hectáreas y ninguna de ellas estaba habitada. Son (o eran) Kale, Rapita, Rehana, Kakatina y Zollies. Las cuatro últimas se han esfumado entre los años 1962 y el 2002, mientras que Kale ha desapareció recientemente. Nuevamente tres islas de Indonesia también se han hundido.

Los habitantes de Margarita, llámense oriundos, pronúnciese viejos navegados o, como en mi caso, recién arrumbado, tenemos la sensación de que la isla se está hundiendo, no por efecto del cambio climático, sino por la desidia, la ineficiencia, la indiferencia, tanto del gobierno nacional como del estatal y municipal.

Ciertamente es una desgracia nacional, una bofetada a la felicidad, una muerganada, que esta bellísima obra de la naturaleza se encuentre tan deteriorada como está: el mantenimiento brilla por su ausencia, el ornato público se fue de viaje, el hambre y el desempleo campean, el transporte público es un desastre, las escuelas están heridas de desidia, internet, agua y luz son objeto de aplausos cuando se les ocurre llegar, caso contrario mentadas de madre y cacerolazos son genuina expresión del descontento citadino, los ferry destartalados,  la salud precaria, sobra la caña y falta la comida…  Margarita está cada vez más aislada.

Protegida o desprotegida – a los efectos prácticos de la vida cotidiana lo mismo da; el Plan de Bolinaga de unir a la isla con Tierra firme mediante la construcción de un puente multiuso, muerto reposa en los cementerios ministeriales, mientras tanto el salitre y la corrosión del mar hacen de la suya con los acueductos y cables submarinos.

Pronto se acabará la ilegal protección decretada por los demócratas gobernantes que no respetan la voluntad popular, la ilusión de una divina comedia llegará a su fin, la terrenal tragedia continuará.

En fin, Vallita, Virgen del Valle, sigue velando por estos desolados súbditos bolivarianos… a los culpables de tanto desastre nacional y local:

¡No los perdones, porque sí saben lo que hacen!

Amén

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