En la cuenta de Instagram de Lonely Planet llevan un tiempo haciendo macroencuestas sobre distintos aspectos del mundo turístico. Preguntaron en verano, por ejemplo, por la mejor playa de España. Y también por el mejor parque nacional. Esta vez han apuntado a un debate eterno en España: el mejor pueblo de interior. Y es que en nuestro país hay tantos y tan bonitos que siempre resulta difícil elegir uno o diez. Sin embargo, los resultados de la encuesta son una fuente de inspiración para futuros viajes, en cuanto sea posible. El ganador en la encuesta, en la que han participado más de 48.000 personas, ha sido esta vez Potes, en Cantabria, que ya fuera elegido meses atrás Capital de Turismo Rural 2020 en el concurso organizado por EscapadaRural.com.
En la votación, los seguidores de Lonely Planet han ido escogiendo su pueblo interior preferido, en una competición a base de eliminaciones: octavos de final, cuartos de final, semifinales… hasta llegar a la gran final que se han disputado dos pueblos muy diferentes: Potes (Cantabria) y Besalú (Gerona), los dos con una gran tradición y un patrimonio muy bien conservado. En tercera y cuarta posición, los viajeros escogieron los pueblos de Albarracín (Teruel) y Alquézar (Huesca).
Potes
Rodeada de frondosos bosques y amurallada por las crestas de los Picos de Europa, Potes conserva intacto su casco antiguo, declarado Monumento Histórico Artístico. De traza medieval, está cuajado de iglesias y torres blasonadas, como la del Infantado, que se erige en el centro de la que es capital de la comarca desde la Edad Media.
Se la conoce como la villa de las torres y de los puentes, de donde viene su nombre: «Pontes» la llamaban los romanos. El de la Cárcel y el medieval de San Cayetano unen la zona antigua, y por ellos se accede a barrios –como La Solana y El Sol– o a callejuelas como La Cántabra, donde se despacha el afamado orujo lebaniego (aguardiente local) y tostadillo (vino dulce), pero también quesucos, miel y productos de las huertas de un valle que goza de un microclima mediterráneo.
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El de la Cárcel y el medieval de San Cayetano unen la zona antigua, y por ellos se accede a barrios –como La Solana y El Sol– o a callejuelas como La Cántabra, donde se despacha el afamado orujo lebaniego (aguardiente local) y tostadillo (vino dulce), pero también quesucos, miel y productos de las huertas de un valle que goza de un microclima mediterráneo.
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