jueves, 18 de agosto de 2016

La Colonia Tovar: Un apacible rincón alemán en Venezuela


En estos días de vacaciones vale la pena mil veces acercarse a este poblado. Quedará impresionado por lo mucho que ha mejorado este bello enclave de paz y serenidad, ubicado tan cerca de la capital.

La carretera desde Caracas saliendo por La Yaguara sigue siendo igual de sórdida, pero cuando ya nos vamos aproximando a El Junquito y comenzamos a disfrutar de la vegetación y la neblina, nos olvidamos del  rancherío pasado para penetrar en otro mundo dulce y lejano.

La Colonia Tovar fue fundada el 8 de Abril de 1843 por 374 inmigrantes alemanes del estado de Baden. Estos aventureros cruzaron Francia a pie durante el crudo invierno europeo, pasaron por la villa de Tours y encomendaron su travesía al santo patrón del pueblo, San Martín. Continuaron hacia la costa atlántica y se embarcaron los primeros días de enero en el puerto de Le Havre, a bordo del buque Clemence que tenía previsto atracar en el puerto de La Guaira, pero desembarcó en Choroní por miedo a una epidemia que se detectó a bordo. Después de pasar una cuarentena en Choroní, hombres mujeres y niños caminaron por la selva tropical hacia Maracay.

Los paisajes tropicales eran muy hermosos, pero no se parecían en nada a los de la Selva Negra alemana. El clima de enero era mucho más suave. En Maracay los ayudaron, les dieron un par de mulas y luego siguieron hacia La Victoria. Allí se acabaron los caminos y subieron las montañas hacia la tierra prometida para fundar su nuevo hogar.

Agustín Codazzi fue uno de los artífices del estudio y poblamiento de esta zona, y Manuel Felipe Tovar donó las tierras para que éstos alemanes sintieran a Venezuela como su nueva casa.

La historia también cuenta que la primera cerveza artesanal de Venezuela se fabricó en la Colonia Tovar, y que el primer Jardín Botánico del país fue establecido aquí en 1844 por el científico Kart Moritz.

Al llegar a la Colonia por Caracas, usted notará un arco indicativo del pueblo en el sitio justo de la alcabala y del desvío de la carretera hacia la costa. En cambio, por la vía de La Victoria uno llega al pueblo por la parte de atrás, por lo alto de la montaña. La neblina seguramente le dará la bienvenida, envolviéndole en una aventura del cuerpo y del alma, para recordarle lo deliciosa que ha debido ser Caracas cuando la neblina la visitaba.