jueves, 7 de abril de 2016
Rubén Blades: COMENTARIOS SOBRE EL TURISMO EN PANAMÁ, PRIMERA PARTE.
Rubén Blades, músico, actor, abogado y exministro de turismo panameño (2004-2009) publicó en su cuenta en Facebook sus consideraciones sobre la denominada crisis turística en Panamá. He leído en los medios de comunicación de nuestro país acerca de la "crisis" que atraviesa el sector económico de turismo en Panamá, y la solicitud que hacen los hoteleros al gobierno, para que intervenga directamente en la solución.
Deseo hacer algunos comentarios al respecto, no como crítica o reclamo a ninguno de los sectores involucrados sino con el ánimo de contribuir a la comprensión del problema y ayudar a crear una solución. Lo hago basado en la experiencia que obtuve como Gerente y encargado de Turismo, en el período del 2004 al 2009, no trato de atacar a nadie, ni aparecer como un profeta del pasado. Sugiero que volvamos a revisar puntos antes expresados y explicados y así identifiquemos lo que hemos hecho mal, para rectificar.
Los argumentos que se manejan en lo que se ha dado en denominar una “crisis turística” parecen limitarse a señalar que la falta de promoción turística en los mercados internacionales es la responsable por la alegada baja ocupación hotelera. Considero que las causas son mucho más profundas y se vienen gestando desde hace mucho. El asunto es complejo, y muchas veces ni siquiera los actores directos del sector quieren aceptar que para lograr el éxito en el turismo tenemos que alterar costumbres y conductas, todos.
El negocio del turismo no depende de la economía nacional, sino de la de los países de origen del turista. Y a partir de la crisis económica mundial, iniciada en 2008, nuestro turismo empezó a reducir su crecimiento. El año 2009 se presentó débil, creció un poco en 2010; 11; 12 y en el 2013 fue en descenso. Ante este panorama se debía haber considerado que, tarde o temprano, seríamos afectados por el fenómeno mundial. ¿Hicimos las previsiones necesarias para este momento? En situaciones así, hay que redoblar los esfuerzos, tomar medidas entre todos los actores del sector. Por ejemplo, no diversificamos significativamente nuestro mercado y por depender mayoritariamente de las visitas del Norte, a expensas de la posibilidad que ofrece el viajero europeo, o el asiático, la crisis en Estados Unidos afectó negativamente nuestra expectativa de ingreso turístico.
Nuestro país ha sufrido históricamente de la ausencia de una cultura de planificación. Somos un país con una "cultura de rumbo", en el que la población planea quincenalmente y los gobiernos, anualmente. Ese tipo de improvisación, especialmente en campos como el turismo, es un error. Por eso, cuando llegué a la Autoridad de Turismo, entonces IPAT, una de las primeras tareas que emprendí fue la creación de un Plan Maestro de Turismo, que cubriría su planificación hasta el 2020. No creo que las administraciones que siguieron a la nuestra hayan hecho uso de ese plan.
Si no se planifica, el futuro es incierto, como ahora ocurre. La práctica de los planes de estado a 5 años aportan beneficios para unos cuantos. No se puede construir un hotel pensando en los 5 años de un gobierno. El Plan Maestro de Turismo identificó oportunidades, estableció metas, mercados, horarios, etc. Debió ser consultado para hacer las proyecciones a futuro. No había nada que inventar, o improvisar. El Plan aún existe. ¿Se aplicó? ¿Se está aplicando? Sera aplicado?
Parece evidente que hoy tenemos una sobreoferta hotelera. Pero a comienzos del 2004 la situación era exactamente lo contrario: hacían falta habitaciones. ¿Fue desordenado y no planificado el número de hoteles que se construyeron hasta hoy?, seguramente.
Y no debe resultar extraño. La manera irresponsable como se ha desconocido y se continua desatendiendo cualquier intento de aplicar un ordenamiento urbanístico a la ciudad ha sido la norma, gobierno tras gobierno. En el caso de los hoteles, señores inversionistas, se aplica la ley de oferta y demanda y por su consideración existe la necesidad de planificar y de hacer proyecciones con discreción y objetividad. Las leyes del Capitalismo ordenan observar el comportamiento del mercado, hacer proyecciones al futuro y después decidir si la demanda justifica una nueva inversión. ¿Se hizo?
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