domingo, 27 de marzo de 2016

El motor turístico no tiene con qué arrancar - JESÚS HURTADO


El turismo será el segundo motor de la economía nacional después de petróleo”. “Más de 45.000 millones de bolívares serán asignados para el desarrollo turístico este año”, “Venezuela ha desarrollado una infraestructura y un mercado turístico nacional que nunca había tenido”. “En el turismo tenemos un gran potencial, la posibilidad de captar divisas y traer ingresos de una manera diferente”.

Las frases, pronunciadas en las últimas semanas por varios voceros del Ejecutivo, son copias casi exactas de otras tantas lanzadas por personeros de varios gobiernos, cuyas promesas de desarrollar el sector turístico y hacer de esta industria una fuente segura y confiable de ingresos no ha pasado de ser un mero rosario de buenas intenciones.

“El motor turismo tiene muchas décadas sin poder arrancar y esta nueva propuesta no se diferencia mucho de las anteriores, básicamente porque no hay una estrategia de largo plazo”, afirma Julio Arnaldes, presidente de la Asociación de Mayoristas y Empresas de Representación Turística, cuya opinión resume la principal traba para convertir a Venezuela en una potencia en la materia: la falta de una política turística concreta de largo aliento.

Sin norte

“No hay un rumbo, una política integral que permita el desarrollo de un sector tan complejo como el turístico”, sentencia José Antonio Yapur, presidente del Consejo Superior del Turismo (Conseturismo), quien añade que existe la falsa concepción por parte de las autoridades que tener recursos naturales es todo lo que se necesita para hacer de Venezuela una potencia turística.

“Se cree que las bellezas naturales se venden solas y no es así. Hace falta planificar cómo vender esas bellezas”, dice Yapur, al tiempo de agregar que esa planificación pasa por la creación de una política integral que involucre a todos los entes encargados de desarrollar la infraestructura de transporte y servicios que demanda el sector.

A su juicio, corregir las deficiencias de puertos y aeropuertos nacionales es un buen punto de partida, toda vez que las instalaciones existentes no están a la altura para recibir una gran demanda de viajeros; aspecto que ha sido tomado en cuenta por los grandes operadores turísticos mundiales que han desviado sus rutas hacia naciones que ofrezcan mejores condiciones, como Brasil, México o Colombia.

El mejor ejemplo de ello es el aeropuerto internacional de Maiquetía. Con capacidad para manejar unos 3,5 millones de pasajeros al año, en momentos pico por el principal terminal aéreo del país se han movilizado 13 millones de personas, lo que ha provocado el colapso de los servicios y el consecuente rechazo por parte de turistas que pudieran tener a Venezuela como un destino vacacional.

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