Sostén económico, soporte de vida…ese ese el Lago de Maracaibo y su generosa cuenca hidrográfica, escribió en tiempos cercanos y más entusiastas, la periodista Yaneth Olier en una publicación sorprendente sobre este icono natural que en el siglo XX llegó a impactar al planeta entero por el brillo del inmenso caudal de oro negro depositado en sus entrañas. El Lago es una caja de resonancia de los aciertos y desaciertos que se protagonizan en los 112 mil kilómetros cuadrados de extensión, recogiendo las aguas que lo alimentan. Su eco advierte los peligros que le acechan y marchitan sus potencialidades, eco lleno de lamento y estupor que no es sentido ni interpretado ni por los hombres y mujeres que transitan los diversos pueblos de agua que rodean el reservorio de agua dulce más extenso de América Latina.
Nadie, nadie, ninguno habla, diserta, expone y explica el crítico problema ambiental de gran preocupación que atraviesa este impresionante símbolo de la zulianidad, donde ha estado la mayor inversión de riqueza mineral del país y en la actualidad está proyectada en la faja del Orinoco, obviando la grandeza de este maravilla biológica, plataforma económica del pasado y presente.
Ningún venezolano, ningún zuliano, ningún aspirante a gobernar, habla ni comenta acerca de los recientes estudios científicos, registrando casi escandalosamente la alarmante contaminación del lago marabino, donde se declara la muerte de un ecosistema, decretando un gran cementerio de chatarra atrapada en la profundidad de sus aguas salobres y malolientes, debido al arrojo permanente de desechos tóxicos, ruptura de tuberías petroleras y petroquímicas subacuáticas, vertido de desperdicios y aguas negras urbanas, afectando de forma desgarradora la flora como los añejos manglares y la fauna como babillas, lapas, bagres, curvinas, lisas, tortugas, cría de tiburones, pájaros buchones, palometas, flamingos, entre otras especies, huéspedes ancestrales del lago y sus mágicos alrededores.
Las campañas políticas están llenas de promesas, palabras, dimes y diretes rimbombantes, pero ninguna propone controlar y darle solución a corto plazo con argumentos verdaderos a esta dramática realidad que coloca en peligro de extinción a este reino lacustre, regalado por Dios para satisfacer sustentablemente a los ciudadanos de la tierra del sol amada y mucho más allá.
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