sábado, 7 de febrero de 2015

Muchachos sin caramelos - Por Eliana Pineda A. / Periodista

Alrededor de 20 empresas fabricantes de dulces han cerrado sus puertas, la ausencia de azúcar en Venezuela ha llevado a la quiebra a más de cinco mil trabajadores.

Muchachos de mi patria, sin leche, sin pañales y sin caramelos. Muchachos de mi patria con morrales llenos de escasez y sonrisas desesperanzadas. Muchachos de mi patria de la mano con sus padres en megacolas, en busca de pollo, papel higiénico, jabón de baño y crema dental. Muchachos de una patria de nadie, consternada e indecorosa con una gerencia rapaz, dictando solo políticas equivocadas, atrapado en una economía en ruinas, acelerando la incertidumbre y la catástrofe nacional.

Una nación bolivariana con una infancia sin leche, sin pañales y ahora sin algo azucarado que consumir es un territorio sin presente ni futuro, atascado en el retroceso histórico, imbuido de tristeza y desolación al no contar los niños ni siquiera con un caramelo de menta que disfrutar. Es insólito, pero ni caramelos se están produciendo en el país; alrededor de 20 empresas fabricantes de dulces han cerrado sus puertas, la ausencia de azúcar en Venezuela ha llevado a la quiebra a más de cinco mil trabajadores en los últimos meses, debido a que el Gobierno ha desestimado la actividad de los agricultores locales, trayendo azúcar del exterior.

Especialistas en la materia, argumentan que en la actualidad se pierden dos mil toneladas de caña de azúcar, aunado a la expropiación y ocupación de extensos cultivos de este rubro que fueron abandonados, convertidos en refugio de ocio e inoperancia. La mayoría de las infraestructuras de las empresas azucareras están deterioradas sin recursos humanos y económicos idóneos para activar el proceso de refinación, agravando la situación del agricultor que no tiene donde colocar el producto que siembra.

Es difícil para los adultos entender estos tiempos de falta de alimentos, generándose desesperación colectiva por obtener productos que prácticamente han desaparecido de los anaqueles, reaccionando con impotencia, violencia, rabia, dolor y resignación, mientras el Presidente insiste en una "guerra a la economía", lo que vivimos es una "economía de guerra". Para los pequeñines, estos momentos se prolongan y resultan complejos de comprender, llegando a la frustración al no poder saborear unas sabrosas golosinas que a pesar de todos los avatares y conflictos presentes, siempre nos devolvían la felicidad y la capacidad de reír y compartir un mundo mejor. Sin leche, pañales y caramelos no hay niñez.

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