Confieso que hablar del "Pintor musical del Zulia" aún me da mucho pesar, pero son tantos los recuerdos del tiempo que compartimos hermanados en la amistad, la "sabrosa" conversa y sus canciones, que me produce alegría evocarlos pues están impregnados de esa chispa maracaibera que retrató Víctor Hugo Márquez en el intimista libro "Rafael Rincón González: Coloquio Biográfico", realizado en honor al maestro, a propósito del Doctorado Honoris Causa que le fuera conferido por la Universidad del Zulia en mi gestión rectoral, el más alto honor universitario para un excelso juglar zuliano que supo entender el alma zuliana.
En este sentido, su obra, impregnada de la experiencia vital que le produjo la variedad de oficios que debió ejercer para llevar el sustento a su casa, reflejo de la búsqueda de la estabilidad económica que le fuera esquiva en su niñez, plena de privaciones pero de enseñanzas y del calor de un hogar de artistas, que le marcó para siempre. No obstante, perseveró y logró convertirse en formador de juventudes, a la par que sus composiciones y funciones directivas le llevaron a fundar instituciones como "Los compadres del éxito" y que esas letras fueran convertidas en éxitos musicales en voces e instrumentos de fama mundial.
Recuerdo a la persona que, siguiendo a Emilio Lledó, pertenece a la "casta de hombres de verdad". Un breve homenaje a su brillante trayectoria vital y don de gente.
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