El país está a las puertas de un nuevo año signado por los peores pronósticos. Estudios de opinión de fines de 2014 ponen de manifiesto, que para el 78 por ciento de los venezolanos las "cosas van por mal camino". Al comparar el momento actual con la situación del año pasado, el 80 por ciento cree que está peor e igual porcentaje considera que en el año 2015 las cosas empeorarán.
Los venezolanos tienen claro además, que la culpa de tal estado de cosas no la tiene el sector privado (guerra económica) sino el gobierno de Nicolás Maduro: así lo percibe el 76 por ciento de las personas. Y además, el 77 por ciento de los venezolanos cree que el socialismo del siglo XXI no va a resolver la crisis que atravesamos.
En consecuencia, el país piensa que estamos experimentando una grave crisis política, económica, social y moral, cuyos responsables últimos son: el sistema económico-social que se pretende implantar inconstitucionalmente (socialismo del siglo XXI) y el presidente de la República Nicolás Maduro, jefe del Gobierno nacional y del Estado venezolano. Esta crisis tiende a agravarse en un año en que los venezolanos deben renovar su representación en el Poder Legislativo nacional. El régimen sabe que tiene una opinión adversa de más del 70 por ciento de los electores. Tal escenario se nos presenta en momentos en los cuales el precio del petróleo se ha derrumbado y PDVSA atraviesa por una grave situación productiva y financiera.
En 2015 estaremos recogiendo los primeros resultados de una crisis "socialista" que ya es integral: un proceso sistémico que se ha expandido a todos los sectores de la sociedad venezolana. Tendremos escasez de divisas, disminución de las importaciones públicas y privadas, decrecimiento económico, desempleo, déficit fiscal, inflación de tres dígitos, crisis educativa y de salud, además de grandes dificultades para responder a los compromisos de la deuda pública.
Empecinarse en creer que el segundo Plan Socialista (2013-2019) es un nuevo Corán que dejó como herencia un profeta convertido en semidiós, ya a la diestra del Libertador, cuando el 77 por ciento de los venezolanos rechaza la orientación que contiene, es una verdadera tontería. Los venezolanos están reclamando mayoritariamente (76 %) un cambio de rumbo al régimen de Maduro, a través de una reorientación radical de la política macroeconómica. El país requiere una reorientación del plan 2013-2019 que contemple el ajuste de la economía a la realidad de los bajos precios del petróleo. Venezuela no puede continuar con un tipo de cambio oficialmente sobrevalorado, pues el 70 por ciento de la asignación de recursos se hace a través del sector privado y se carece de un sistema de precios que permita a la economía funcionar eficientemente.
El problema básico a enfrentar es de carácter macroeconómico y ello está íntimamente relacionado con el sistema socioeconómico que se pretende imponer en Venezuela, el socialista, fracasado en todas sus experiencias reales. Ojalá pues, que el año que se inicia, cargado de dificultades de todo orden, haga reflexionar al régimen sobre los peligros que enfrenta. Los pueblos tienen un límite de resistencia y los gobiernos deben hacer lo posible por saber cuál es. Estamos llegando a ese límite. El país espera entonces cambios urgentes.
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