Acierta Tulio Hernández cuando formula, en su artículo "Las tenazas del monstruo" ( El Nacional 5.10.2014), dos interrogantes que consumen a la oposición venezolana: "¿cómo se hace política cuando no estamos ante una democracia pero tampoco ante una dictadura militar tradicional? ¿Cómo hacer oposición y construir una nueva mayoría si todos los canales que permiten la democracia cada vez se cierran más?".
En efecto, lo que Tulio llama "un reto para la imaginación y el pensamiento" es tal vez la mayor dificultad que han enfrentado los actores reunidos en torno a la Mesa de la Unidad Democrática. El dilema sobre la estrategia apropiada para luchar contra un gobierno que, a pesar de su notablefracaso, sigue teniendo apoyo popular. Un gobierno que, haciendo uso instrumental de la democracia ha articulado un eficiente dispositivo legitimatorio de alcance global, que tras una profusa representación de la solidaridad y la justicia social no hace sino encubrir una auténtica dictadura.
La disyuntiva creó dentro de la MUD dos claras tendencias. La primera, visible en la posición de Capriles, plantea la construcción lenta y paciente de una alternativa política en los sectores más populares, que suponen la base electoral del oficialismo. A ella se oponen quienes argumentan, y no sin razones, que no es posible derrotar electoralmente la poderosa maquinaria clientelar diseñada por el chavismo. Que no es posible alcanzar el parlamento con el ventajismo y la fraudulenta configuración de los circuitos electorales legalizada por el CNE.
De estos antagonismos surge entonces una segunda opción, que estimula una vía expedita que busca capitalizar urgentemente el malestar popular a través de la protesta. Sus líderes están entre los promotores de "La Salida", el histórico "Chávez vete ya" y el nuevo llamado a una asamblea constituyente. A ellos se oponen, y no sin razones, los que creen que no es posible acceder de forma rápida al poder si no se cuenta con los recursos materiales para ello. Que no se puede alcanzar Miraflores obviando a aquellos que, por oportunismo, por necesidad o por convicción, se mantienen fieles a Maduro. Creo que el accionar inicial de Chúo Torrealba ha comenzado a poner fin a esta organización bipolar de la oposición, al plantear muy acertadamente que manifestar yvotar no son actividades antagónicas, sino estrategias complementarias.
Que no es posible ganar elecciones si no se toma la calle, si no se llega a la gente. Y que sólo se puede ocupar la calle permanentemente cuando se tiene la legitimidad que conceden los votos.@msilvaferrer
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