sábado, 24 de agosto de 2013

Megacrucero zarpa de Nueva York

El artista Peter Max pintó la proa del barco con símbolos de N. York. Foto: Archivoparticular
Norwegian Cruise Line ofrece un viaje de una semana por el Caribe, desde la Gran Manzana.
Un nuevo crucero comenzó a salir de Nueva York a las islas Bermudas en un megabarco que, durante siete días, transporta a los pasajeros hacia un mundo que navega entre la fantasía y la realidad.

En ese buque, que tiene la altura de un edificio de 18 pisos y mide 326 metros de largo y 43 de ancho, se puede viajar entre el lujo y el entretenimiento bien planeados.

Así se vive en el barco Norwegian Breakaway, que recientemente estrenó la naviera Norwegian Cruise Line, una empresa que cuenta con una flota de 12 buques.

El viaje tiene un toque neoyorquino, algo que los 4.000 pasajeros advierten cuando se van a embarcar, pues en el casco de la proa Peter Max (reconocido artista radicado en Nueva York) pintó, con sus trazos psicodélicos, la cabeza de la estatua de la Libertad y los rascacielos característicos de la ciudad.

Al entrar a la embarcación, lo primero que se divisa es una gran lámpara que cuelga con sus cristales de Swarovski e ilumina unas escaleras en espiral de vidrio, que llevan a las distintas cubiertas del buque y corredores cuidadosamente decorados. Estos, a su vez, conducen a cabinas y suites con vista al mar, en las que se duerme como si se estuviera en tierra. El oleaje, simplemente, no se siente.

Al Norwegian Breakaway se trasteó también una pequeña ciudad, donde todo se encuentra con andar unos cuantos pasos o abordar uno de los 16 ascensores.

Es posible ir de compras a tiendas comerciales, relajarse en un spa o comer en cualquiera de los 28 restaurantes, que ofrecen platos típicos de Italia, Francia, Japón y Brasil, entre otros.

Algunos están abiertos las 24 horas; en otros, dada la especialidad (como en el caso del sushi) es necesario hacer una reservación. Cualquier alimento que se pida en el crucero es fresco y se prepara rápidamente.

El buque cuenta, además, con 22 bares entre los que se destaca el de hielo, al que se entra con un traje especial para protegerse del frío intenso. Tres discotecas acaparan buena parte de la diversión nocturna, con espectáculos que incluyen cena, baile con orquesta y teatro. Vale decir que para esta travesía, Norwegian Cruise Line contrató la obra Rock of ages, proveniente de Broadway, que se presenta en un teatro con capacidad para 700 personas.

Otro buen espectáculo lo ofrece el Cirque Dreams, con artistas que tienen números y vestuarios impresionantes. Mientras los viajeros cenan y viven la fantasía de estar en una jungla –hasta los camareros parecen salidos de la selva– el circo presenta su espectáculo, donde sorprenden actos como el de una mujer que, a la vista de todos, se cambia todo el vestuario, de pies a cabeza, en segundos.
Y como el juego entra también en la diversión, en la parte central del barco funciona un casino, con 303 máquinas. También hay áreas para el billar.

Y si alguien quiere más privacidad y tiene unos cuantos pesos, puede pasarse los siete días del crucero en un área de la nave donde todo es exclusivo, incluidos los mayordomos que hay para atender cada suite.

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